martes, 31 de marzo de 2009

SUSPIROS DE LUNA LLENA


Suspiros de luna llena, que cubren trozos de imaginaria ingravidez, en las cuerdas del violín de mis sueños enternecidos.
En mis manos una mascara... en mi mente un beso... y en mis labios el deseo...
Suspiros de luna llena.
Que alta, altanera, me reta a que la alcance, sin éxito.
Suspiros de luna llena.
Si peco de romántico, quizás lo sea.
Quizás los hados me hayan suspirado efluvios de arte imperecedero, que pregonar a los cuatro vientos, de mi alma.
Prefiero el romanticismo al que llaman "cursi", a la guerra, a la que yo llamo infame.
Prefiero los suspiros de luna llena, a los suspiros de muerte y dolor del sufrimiento que genera, lo que hoy día llamamos "cosas de hombres".
Prefiero mi oscuridad etérea, a la oscuridad total.
Suspiros de luna llena, locura etérea, manicomio de estremecedora latitud y longitud plena de latidos de vida y esperanza.
Como dijo Sting: "Hermana luna, serás mi guía, en tus sombras azules, me perdería".
Locos y locas por la luna, lunáticos empedernidos... suspirad sin tregua... sentid el alma encendida, con cada uno de sus rayos plateados.
Suspiros de luna llena...

lunes, 30 de marzo de 2009

TROCITOS DE TERROR


Las historias cortas, me encantan. Son directas. Sencillas. Escuetas. Densas...
He aquí unas cuantas, que hace tiempo que escribí, y recogí bajo el título genérico de:

TROCITOS DE TERROR

Trocito 1: LA ALACENA

Como Poe es embebió en sus propias pesadillas, Al invirtió el rumbo de su razón y permitió que el jefe de la estación, de sus sentimientos diera la salida al tren, de sus ojos.
Sí, solo era un libro. Un libro de fantasmas. Pero, aquella alacena se había corrido unos centímetros. Con ese sonido chirriante, como si fueran cadenas de una alma en pena.
Una alacena. Algo grande, que ni un golpe de viento, y tenia la ventana cerrada, podría llegar a mover.
Fue entonces, cuando se dio cuenta de que quizás Poe tenía razón.
Pues, de todos es sabido, que solo los borrachos y los niños dicen la verdad…

Trocito 2: DICEN

Dicen, que sucedió aquella noche y que la tierra se abrió, para escupir su podredumbre. Dicen, que salieron del cementerio, como monigotes borrachos, y que arrastraban ansias de satisfacción hambrienta y sedienta.
Dicen, que sus rostros eran la definición del abismo malvado, que corroía sus almas y que sus corazones latían, sin latir, de muerte perversa. Dicen, que fueron al pueblo y que entraron como un torpe ejército tenebroso, pero que conseguía asustar, como solo es capaz el mismísimo infierno.
Dicen que colmaron sus ansias, entre pedazos de carne fresca regados, con unos buenos tragos de sangre.
Eso dicen, pero… ¿Quién lo dice, si no hubo supervivientes?
Aunque, ahora solo debo pensar en salir vivo de aquí, pues veo unas siluetas en la puerta… Y aunque dicen que es una leyenda… como aquel que dice, fíate del diablo y no eches a correr…
Aunque… dicen, que los muertos dicen, que la eternidad es, para siempre…

Trocito 3: EL VIENTO ARRECIA

El Viento arrecia en el límite de la vida. Y se enfrasca en un tormentoso vaivén, de multitud de cavernosas esencias de muerte y putrefacción. Es un dicho que el que da primero da dos veces. Pero, yo quisiera no tener que dar. El que da es el que otorga. Y yo no quisiera tener que regalar mi respirar a quien se vale del mal, para su subsistencia. Y probablemente, no podría dar dos veces. Por que, después de la vida… ¿qué te queda por dar?
Sus dientes, son como navajas afiladas. Sus garras, esencia sucia de un mal entendido abrazo.
No hay refugio en esos brazos, que me partirían la columna en dos.
El viento arrecia en el límite de la vida. Y yo no me he traído el abrigo de mi valor.

Trocito 4: EPÍLOGO

No debí leer esto.
No.
No debí hacerlo.
En el filo de la desesperación, uno ha de buscar alegría.
Ahora, ya sé, lo que pasa.
Ahora, ya sé que la vida es sufrimiento.
Ahora ya sé, que debo seguir con mi idea.
Ahora ya sé, que ha llegado mi epílogo…
Me espera la inmortalidad de la eterna muerte en vida…

sábado, 28 de marzo de 2009

EL ARTISTA DE LAS CALABAZAS RIDICULAS


Hace tiempo, escribí esta historia, acerca de esas personas que se divierten ridiculizando a la gente, solo porque tengan algun defecto.
Pienso, que todos somos dignos.
Espero, que os guste.

EL ARTISTA DE LAS CALABAZAS RIDICULAS

1

LA CALABAZA LINTERNA DE HALLOWEEN se hallaba encendida en el porche, sobre una mesa de madera. El rostro ceniciento, delataba que su autor no había tenido mucha mano, para intentar darla una pose aterradora. El autor notó como el viento movía su pelo, con desvergüenza. No importaba. Era su calabaza y nadie se iba a reír de ella. Nadie, o lo sentiría.

2

La fiesta se hallaba en la casa, a la que el chico había llegado. Pero, todo se hallaba apagado. No había nadie allí. O al menos no parecía haber nadie. Ningún adorno, fuera. Algo así como calabazas o algún que otro adorno macabro, propio de estas fechas. Pero no. No había NADA. Ni siquiera la luz de la casa encendida. ¿Le habrían dicho mal la dirección? ¿O simplemente habían querido librarse de él?
La puerta se hallaba abierta. La luz no funcionaba. Al menos, eso era lo que parecía, pues cuando le daba al interruptor, la lámpara no se encendía. Encima. Menos mal, que la luna le echo una mano y le regaló su luz, para que pudiera al menos ver, por donde andaba, sin tropezar con ningún mueble. Además, tenía su calabaza linterna. Aunque, la verdad es que no había ningún mueble. La casa había sufrido una mudanza. O al menos eso parecía. Siguió caminando adelante.

4

Entonces, alguien salió de detrás de una puerta:
-Hombre. El artista de las calabazas ridículas –dijo en un tono totalmente despectivo-. ¿Qué nos traes hoy?
Nada mas mirar el poco afortunado trabajo practicado en la calabaza, se echo a reír.
-¡Veras cuando vengan todos!. ¡Se van a tronchar de risa!
-Nadie se ríe de mi calabaza –dijo el artista de las calabazas ridículas.

5

Un cuchillo se alzó.
-Ahora si que haré un buen trabajo.
Con toda su furia descargó su cuchillo sobre el burlón.

6

El artista de las calabazas ridículas observó satisfecho su obra.
-Ahora serán ellos, quienes se rían de ti.

7

El ARTISTA DE LAS CALABZAS RIDÍCULAS SE ALEJABA CON SU QUERIDA CALABAZA. DE UNA MANO, ABRIENDOSE PASO CON ELLA, COMO SI FUERA UN CANDIL. ILUMINANDO SU CAMINO, LEJOS DE LAS BURLAS DESPECIVAS DE LOS DEMAS. HACIA UN LUGAR DONDE LE MERECIERAN MAS Y DONDE MERECIRA LA PENA ESTAR.

miércoles, 25 de marzo de 2009

EL PISO DE ARRIBA III: MUÑECOS


Y aquí esta la tercera y última parte de mi historia.
Besitos.
EL PISO DE ARRIBA III: MUÑECOS
1

En la casa se está bien. Aunque hace algo de frío.
Tiffany ha desaparecido, por una puerta gruesa. De madera de roble, por lo menos. Y mientras me asomo por una ventana, estoy esperando a que aparezca de nuevo.
Me hallo en una especie de sala de estar. O eso parece. Por que estoy en una especie de casa, adosada a un faro. Ante mí, el mar. Calmado. Aunque, algunas olas rompen esa tranquilidad. No sabía que había andado tanto, para llegarme al mar.
Ahí lo hace.
O eso creía.
Quien entra es un hombre. Bastante alto y fuerte. Viste una basta y ruda chaqueta marrón, gastada con el tiempo que cubre una camisa que antaño fuera blanca, pero que ahora está amarillenta y unos pantalones marrones llenos de rotos y descosidos. Al estar la ventana al fondo, a la derecha de la ventana y como ha entrado mirando al frente, no me ha visto. Algo me dice, que he de esconderme. Me subo a un pequeño taburete y detrás de las cortinas, trato de ocultarme. Con cuidado me asomo ligeramente. En su mano derecha lleva una muñeca de gran tamaño. Parece rubia, con el pelo largo y liso. Viste un vestido de falda larga, parecido al de Tiffany. Quizás es una muñeca de Tiffany. A lo mejor la está buscando a ella. Por un momento decido que quizás sería bueno buscarla juntos. Además, parece que tarda un poco. Pero, hay algo rudo en su mirada. Y no sé qué es. Así que no me muevo de donde estoy. De pronto, es allí hacia donde mira. Yo, automáticamente me oculto. No sé. Si me ha visto o no. Me quedo quieto y solo el temblar me impide estarlo totalmente. El hombre sigue avanzando. A lo mejor no es más que un rostro rudo. El hábito no hace al monje. Pero, me va a ver escondido y dirá que por qué lo he hecho. Siempre puedo decir que me asusté y por eso me escondí. Lo que le llevará a pensar que hice algo mal y de ahí mi intención de esconderme. Sea, lo que sea, casi ha llegado a donde estoy...
De pronto, se para. Aún no me puede ver. La cortina me oculta.
-Juraría, que dejé la ventana cerrada –dice con voz rota y demasiado graznante para mi gusto-. En fin, habrán sido estos críos. Ya los cogeré y los meteré en vereda. La dejaré abierta, así entrará algo es aire.
Dio media vuelta y se alejó hasta salir de la sala, cerrando la puerta tras de sí.

2

Nada más abandonar la estancia, salgo con cuidado de mi escondite. El aire que entra por la ventana me da en la espalda, y noto que estoy sudando.
En ese momento oigo una voz.
-Es la hora, de salir a jugar. El Guardián de los Muñecos, a dormir se ha ido ya.
Parece una voz infantil. Concretamente de niña. ¿El Guardián de los Muñecos? Quizás es el hombre que ha entrado antes. De pronto, tras de mí, la ventana se cierra poco a poco, quejándose en sus goznes. Me doy la vuelta y veo, como poco a poco el mar se queda tras ella, pues la ventana no tiene cristal al ser completamente, de madera. La estancia se queda iluminada con las velas que se hallan colocadas en la pared.
Y Tiffany sin aparecer.

3

La puerta, por la que he entrado, con Tiffany y por la que entró el hombre antes, se va cerrando poco a poco también. Hago un esfuerzo, por llegar. No quiero quedarme encerrado aquí. Lo logro por poco. Tras de mí, queda la sala cerrada. Ante mí, el recibidor, con la escalera de acceso a los pisos superiores, a la derecha y una puerta enfrente mío, que según me dijo Tiffany cuando llegué, es la que comunica con el faro.
Entonces, oigo la voz de nuevo.
-Si el Guardián de los Muñecos no se despierta, jugaremos toda la noche, pero si lo hace, cuídate de caer en sus garras.
Las velas se apagan entonces, como con un soplido. La luz que entra es la que entra por las ventanas, que esta vez sí que tienen cristal.
-Veo que ya estás entrando en el juego, Andros.
La voz viene, gélida pero suave, de la parte de arriba de la escalera.
Es Tiffany. Ha cambiado de vestimenta y viene con un camisón blanco largo, muy largo, tanto, que arrastra por el suelo. Trae un candelabro de dos velas en su mano derecha.
-Pensé, que ya no vendrías –le digo yo.
Ella sonríe. Su sonrisa es bonita. La hace aun más hermosa.
-Qué poca fe tienes, en tu amiga.
Yo siento, que he metido la pata.
-Lo siento.
Ella sonríe de nuevo y se acerca a mí, posando un beso en mi mejilla. El tacto es dulce, algo frío, pero lleno de una extraña calidez.
-No te apures, tonto. Hasta cierto punto, es normal que pensases eso. Te dejo solo en una casa extraña...
Su sonrisa y sus palabras, me alivian.
-Sígueme. –me dice.
-¿Dónde vamos?
-Tú, sígueme.
Comenzamos a andar, hacia el piso de arriba.
-Creo, que sería justo que fuera yo la que te pidiera perdón, por haber tardado –dice ella, cuando íbamos por la mitad del tramo de escaleras.
-No te preocupes –digo yo. La detengo y esta soy yo el que pongo un beso en su mejilla. Es como la piel de su mano, cuando me la dio para llevarme, hasta aquí. Frío, pero sólido. Ella me mira y sonríe. Esa sonrisa puede conmigo. Sé que tengo ocho años y que ella es un fantasma, pero creo que a mi corazón eso no le importa un pimiento.
-Ven, vamos. Jugaremos un rato, con mis amigos.
La sigo hacia allí. Aunque, la verdad es que la habría seguido, hasta el fin del mundo.
4

-Mientras te esperaba en aquella sala, entró un hombre que llevaba una muñeca en la mano. ¿Es ese el Guardián ese del que habla esa voz?
Tiffany me mira sombría y me dice:
-Sí. Es él.
-¿Y esa voz? ¿Eras tú?
La sonrisa vuelve a su rostro, para mi deleite.
-Sí.
-Ah –digo yo-. Con esa entonación tan ensoñadora, no te conocí.
Ella sonríe y dice muy orgullosa:
-¿Lo hago bien, eh?
Yo sonrío y asiento.
Hemos subido la escalera, hasta arriba. Ante nosotros, dos caminos, derecha e izquierda y de frente un enorme cuadro. En él, se puede ver un mar, como en el que se veía en la ventana de la salita, donde había estado esperando a Tiffany.
-¿Al desván o al juego del escondite? –me pregunta de pronto.
Yo miro a ambos lados. Ambas direcciones están oscuras y no se ve nada.
-Tú conoces el juego, ¿qué opinas?
Ella sonríe de nuevo.
-Parece que vuelves a fiarte de mi.
Me pongo serio
-Nunca lo he dejado de hacer.
Ella ríe.
-Mira que eres tontuelo. Era broma. Anda vamos al cuarto de juegos.
Entonces, algo se oye tras nuestra. Es como si hubiera caído algo muy pesado al suelo. Nos damos la vuelta y no vemos nada. Pero, Tiffany, muy seria dice:
-Oh, no. El Guardián de los Muñecos. Ven vamos al juego del escondite.
Entonces, me coge de la mano y me lleva con ella hacia la derecha.

5

El candelabro se abre paso, poco a poco, a través de la oscuridad. Tras nuestra, se siguen oyendo ruidos. Llegamos a una habitación. La puerta está cerrada.
-Está ya ocupada.
Enfrente, hay otra, que también está cerrada. Al lado de la primera, hay otra. Tiffany empuja y la puerta, quejosa se abre. Entramos y Tiffany cierra, con una llave que se halla metida en la cerradura. La luz de las velas del candelabro describe una habitación amplia. Una cama con edredón de color blanco, cubre la cama. Una mesita de noche al lado de la misma, con una vela en una palmatoria, una silla, bajo una ventana, cubierta con cortinas blanco azuladas y un gran armario, completan la misma.
Yo no sé si es el mejor momento, pero se lo pregunto.
-¿Quién es ese Guardián de los Muñecos?
Tiffany me mira y seria me dice:
-Ven, sentémonos en la cama y te lo contaré.
Nos sentamos y ella, dejando el candelabro encima de la mesita, empieza contarme.
-Es alguien que guarda de nosotros.
Yo la miro extrañado.
-¿Cómo que de vosotros?
-Sí, Andros. Yo soy una muñeca. Pero, no siempre he sido así. El malvado Guardián de los Muñecos es alguien cruel que quiere que siempre seamos muñecos. Que nunca seamos fantasmas. Que no recorramos la casa ni el faro, ni el bosque. Que nunca juguemos. Que nunca podamos disfrutar de nuestra infancia.
Yo saliendo del anonadamiento que siento, la pregunto:
-¿Naciste fantasma?
Ella me mira y me dice:
-No. Nosotros somos parte de los chicos que murieron de pena, cuando nuestros padres nos abandonaron. Nos revelamos ante esa falta de cariño y nos mandaron aquí, cuando nos convertimos en fantasmas. Es como un destierro. No quisieron aceptar que se habían equivocado y mientras unos se dejaban abatir por la pena, nosotros intentamos hacer entrar en razón a nuestros padres. No pudimos y nos mandaron aquí. Para que no pudiéramos “molestar”, como ellos decían, dijeron al dueño del faro que nos convirtiera en muñecas. Es un antiguo brujo. Nos caza por la noche, pues por el día, nos cierra las habitaciones con conjuros mágicos. Y como por la noche ese conjuro no funciona, nos tiene que salir a cazar, para que no “molestemos”.
Yo veo una lágrima que baja pro su bello rostro. No puedo, por menos que sentirme aterrado, ante la idea de que a Tiffany la puedan “cazar” como a un animal. La sola idea me pone de los nervios.
-Ese Guardián –no puedo llamarle hombre-, ¿es humano?
-No. Es una especie de muerto viviente. No sabemos su origen. Solo sé, que ya ha cogido a muchos de nosotros. Y que, gracias a que pude anular parte de ese conjuro, aun no nos ha cogido a todos.
-¿Por eso no funciona de noche?
-Sí –dice ella, con cierto aire de esperanza.
-¿Qué hiciste?
Tiffany se sacó un colgante que llevaba por dentro del camisón. Era una especie de luna, colgando de una cuerdecita.
-Esto es suyo, para que funcione también de día lo ha de tener también en su poder.
-¿Cómo se lo quitaste?
Ella me mira y dice:
-Hay que aprovechar los descuidos del contrario. Un día, algunos de nosotros pudimos salir del castillo. Y él nos empezó a perseguir, por el bosque. Era de día. Entonces, le tendimos una emboscada. Nos subimos varios de nosotros a un árbol y caímos encima de él. Cuando se deshizo de nosotros, todos salimos corriendo en varias direcciones. Por suerte, para mí, salió en dirección, de otros dos chicos. Entonces, lo vi en el suelo. Se le debió caer en el forcejeo. Luego, me di cuenta de que él buscaba algo. Y me di cuenta de que no podía cazarnos de noche y, lo que era peor para él, tampoco salir de noche. Por eso, ese hechizo que usa él por el día, lo usamos nosotros por la noche, para poder escapar de él. Aunque, a veces él es más rápido. Desde entonces, lo llevo siempre para que él no lo encuentre por el castillo.
Los golpes han dejado de oírse.
-Hoy han caído unos cuantos más. Cada vez, somos menos.
Yo la miro y la digo:
-Y cuando os convertís en muñecos, ¿no volvéis a ser humanos nunca más?
-Sí. Pero durante una semana somos muñecos. Y está loco. A veces ,le da por despedazarlos. Ya ha destruido a muchos de nosotros de esta manera, pues cuando los muñecos son destruidos, nosotros somos destruidos también.
Entonces recuerdo la muñeca grande que el Guardián llevaba en la mano, y un escalofrío me recorre la espina dorsal. No puedo evitarlo y la abrazo, fuertemente.
-No dejaré que te coja Tiffany. Te voy a sacar de aquí. Te lo prometo. Traeré a Lerf y a Lomb y me ayudarán a sacarte de aquí
Tiffany corresponde al abrazo y su tacto es maravillosamente dulce, aunque a la vez que algo gélido.
Entonces, alguien intenta abrir la puerta.
-¿Quién está ahí?
Tiffany y yo nos abrazamos aun mas fuerte si cabe, mientras miramos aterrados a la puerta.

6

-¡Malditos críos! Sé que estáis ahí. Os voy a coger, a todos y os voy a convertir en muñecos. Y luego, cuando estéis a mi merced, os voy a despedazar a todos.
La voz es tan ronca, como antes. Incluso más aun si cabe.
Entonces, Tiffany me coge de la mano y me dice en voz baja, levantándose de la cama e instándome a levantarme a mí también:
-Vamos por la ventana. No hagas ruido.
Nos acercamos a la ventana y miramos, hacia abajo. La altura es considerable.
-No pretenderás que salte, por aquí, ¿no?
Tiffany me mira y parece darse cuenta de algo:
-Es verdad, tú eres humano.
-¡Abrid la puerta, pequeños mequetrefes!
-Pero, él no puede entrar, ¿cierto?
-No, no puede entrar. Pero, hemos de salir de aquí.
-¿Por qué?
-Por que debemos recibir el amanecer en nuestras habitaciones. Son las únicas que están protegidas, contra el Guardián de los Muñecos.
-¿Estás no son vuestras habitaciones?
-No. Estas son unas habitaciones, que se llaman de invitados. Esto antes, era un faro famoso. La gente venía a esta casa y alquilaba una habitación. Hacía a la vez de faro y de hostal. El Guardián era el dueño. Pero, un día se volvió loco y mató a todo el mundo. En fin, que usamos estas habitaciones, para jugar al escondite.
-¿Y nunca se os ha aparecido el fantasma de alguna de esas personas?
-No. El Guardián los hecho de aquí.
-¿Y cómo habéis protegido las habitaciones, contra el Guardián?
-Encontramos un hechizo. Estaba en el desván. Lo encontró Hans.
Entonces, su mirada se torna triste.
-¿Quién es Hans? –le pregunto.
Ella me mira y, las lágrimas que corren, por sus mejillas, me parten el alma.
-Era, mi hermano. El Guardián le cazó y le convirtió en muñeco. Como estaba furioso, por que habíamos conseguido ese hechizo, lo despedazó.
Su llanto entonces, se hace claro. La abrazo. Ella llora y gime en mis brazos.
-Lo siento –acierto a decir.
Ella me mira y me dice:
-No, perdona tú. Estamos aquí, intentado escapar y me pongo a llorar como una tonta.
Yo la cojo de las manos.
-Puede que ahora seas un fantasma, pero no has perdido tu parte de humana.
Ella me mira y me sonríe.
-Ya saldréis, pequeñas comadrejas. Cuando amanezca, podré entrar y entonces, no podréis escapar.
Yo miro la puerta.
-Abrela y escóndete.
Tiffany me mira, como si estuviera loco.
-¿Estás loco? Te atrapará.
Yo no soy un fantasma, Tiffany. A mí, no puede convertirme en muñeco.
Tiffany me dirige una mirada, de paulatina comprensión. Luego desvía su mirada a la puerta. Se acerca y toma el pomo, mientras no deja de mirarme, como si no estuviera segura de que esta fuera la mejor manera.
-Ten cuidado, por favor –me dice ella.
-Tranquila, lo tendré.
Tiffany abre la puerta y se queda tras ella. Ante mi, aparece el hombre que vi antes. En su mano derecha tiene un muñeco y en su derecha una muñeca. Al verme, me dice extrañado:
-¿Tú quien eres? No te conozco.
Entonces, avanza unos pasos, hacia mi. Veo, que Tiffany se ha asomado. Y al ver a los muñecos, en manos del Guardián, no puede ahogar un gemido de terror. El Guardián lo oye y mira hacia atrás y...
Todo sucede muy rápido.
El Guardián tira al suelo violentamente, a los dos muñecos. Yo me doy cuenta de que la ha descubierto y la va a coger. Me lanzo a por él, pero es tarde. Ya la tiene. Aunque, me puedo encaramar a su espalda. Él, parece demasiado ocupado, tratando de cogerla Tiffany. Veo, como Tiffany me pide socorro y poco a poco se va transformando en una muñeca, desde los pies para arriba. Entonces, lo veo claro. Hurgo en su cuello y encuentro una cuerdecita y tiro de ella. De pronto, el Guardián se echa la mano al cuello y nota que le he arrancado el colgante. Suelta a Tiffany, que cae al suelo, medio convertida en muñeca y va a por mí.
Dame eso, maldito gusano!
-Ven, por ello –digo yo y me lo pongo al cuello.
-Te voy a convertir en muñeco y después te voy a despedazar, maldito entrometido.
-A mí, no Guardián. No soy un fantasma.
El Guardián me mira y ese desconcierto, lo aprovecho, para correr hacia Tiffany y ponerle el colgante en el cuello. Aunque no se lo puedo atar, ocurre algo increíble: El Guardián grita, de una manera aterradora. Veo, que Tiffany se ha recuperado y ya es humana de nuevo. Me mira y me dice:
-¡Ahora, salgamos corriendo!
Tiffany se ata el collar, mientras sale corriendo a toda velocidad. Yo, como puedo la sigo. El Guardián de los Muñecos se ha quedado atrás, gritando de una manera aterradora. Da miedo.
-Parece que le hayamos quitado todo su poder, según está gritando. –dijo Tiffany, mientras paraba al final del pasillo al lado de la escalera.
Entonces, algo más ocurre. Ante nosotros, aparecen, saliendo del suelo, un grupo de personas. Pero, han salido del suelo sin atravesarlo. Entonces, Tiffany reacciona:
-La gente que el Guardián asesinó.
Tratamos de volver, por el mismo lugar que hemos venido, pero ocurre los mismo. Al igual que en el otro pasillo. No cabe duda: son los fantasmas de la gente que ha matado el Guardián. Al quitarle los dos colgantes, el hechizo se ha roto y han vuelto. Tiffany se abraza a mí y yo me abrazo a ella. Es curioso que siendo ella fantasma, tenga miedo de otros fantasmas. Pero al igual que los hombres también tenemos miedo de otros hombres, así ocurre con los fantasmas a veces.
Nos empiezan a rodear. Poco a poco nos tienen cercados. Entonces, vemos que, en sus ojos brilla un odio exacerbado. Nos miran con odio y nosotros no hemos sido. Tiffany y yo nos apretujamos fuertemente. Entonces, unos de los hombres nos alarga una mano y...
Nos la ofrece.
Su mirada ha pasado del odio más encarnizado, a la más sincera complicidad.
Entonces, se oye una voz.
-Tiffany... soy yo. Has liberado a todos.
Y con un rugido aterrador del pasillo de las habitaciones del escondite aparece el Guardián blandiendo un hacha.
Entonces, todos los fantasmas que ese asesino de ultratumba había matado van, a por él, protegiéndonos. Todos le rodean. El fantasma que nos había ofrecido la mano vuelve su cara y nos dice:
-Marchaos. Hacedme caso. Marchaos.
Tiffany está inmóvil. La voz la ha dejado paralizada en el sitio.
-.Es mi hermano, Andros.
Entonces, la voz suena de nuevo.
-Tiffany. Huye.
Entonces, la cojo de la mano, mientras bajamos las escaleras, dejando atrás un conjunto de sonidos espeluznantes. El Guardián grita mientras los aullidos escalofriantes de los fantasmas lo invaden una y otra vez Salimos a la claridad de la luna y de la mano corremos y no paramos de correr.

7

Cuando paramos, principalmente por que yo soy humano y me canso, ella me mira y me dice, con lágrimas en los ojos:
-Pero... ¿cómo es posible? Creía que cuando despedazaba los muñecos, moríamos para siempre.
-Bueno, -digo yo-. Parece que, no solo has roto el hechizo, sino todos los hechizos.
Entonces la voz de Hans se oye:
-Tiffany. Eso es en efecto lo que has hecho. Hemos podido, recuperar nuestra posición de fantasmas. Pero aun tardare en mostrarme. Así, como todos los que ah asesinado ese indeseable. Pero, no te preocupes. Iré a donde vayas tú.
Tras nosotros, se oye un ruido. Miramos y vemos un grupo de niños. Los compañeros de Tiffany.
-Venid. Vamos a casa de Lerf y Lomb. Allí, todos seréis bien venidos.
-Tendremos que pasar, por el bosque. Quizás nuestros padres estén allí- dice una niña.
-Nuestros padres, ya no lo son. Al menos para mi –dice un niño.
Todos asienten.
Entonces, miro a Tiffany la ofrezco mi brazo que ella acepta gustosa.
Así, nos dirigimos hacia la mansión de mis padres.

martes, 24 de marzo de 2009

EL PISO DE ARRIBA II SENDEROS



Aqui esta el segundo episodio de "El piso de arriba".


EL PISO DE ARRIBA II: SENDEROS

1

Aullando entre las copas de los árboles, se sumergía a veces el viento, recorriéndolas hoja a hoja, rama a rama, como queriendo acariciarlas. Si lo seguías, te conducía a muchos sitios. Todos ellos llenos de magia y misterio.
Lerf me había enseñado a seguir al viento, en el bosque. El bosque del cuadro.
El bosque de los mil senderos, según podía ver. Senderos, como el que estaba recorriendo en estos momentos.
Lleno de vegetación, recorría la parte derecha del bosque. La noche había parido una niebla, que ronroneaba con él. Lo acariciaba y luego se elevaba, para de nuevo descender como un insecto curioso que fuera a libar. Flotaba, a merced del viento. Que hacía curiosos remolinos, con ella.
La luna, haciéndose sitio como podía, entraba entre las copas de los árboles alumbrando el paisaje. Pero, la niebla apenas, le dejaba iluminar. Era como si dijera: esta noche mando yo, ya mandaras tú mañana.
De pronto, me pareció ver algo, a través de ese neblinoso manto. Una figura. Parecía vestida de negro, o eso me pareció, pues fue un momento fugaz. El vestido era largo, pues le llegaba casi al suelo, tapando los pies, por completo. Se hallaba ante mí. A unos 100 metros, pero la niebla la escondió y cuando, se dignó a liberarla de su escondite, la figura había desaparecido. ¿Habría entrado en el bosque? ¿Quién era? ¿Algún fantasma? Quien sabía. Decidí seguir adelante, y buscarla. Para eso, opté por meterme en el bosque, yo también.

2

Llevaba ya casi media hora caminando y no había ni rastro de la aparición. Empecé a pensar, que quizás me la había imaginado. Que no había sido nada más que el producto de mi imaginación. La verdad sea dicha, esperaba encontrar un bosque con fantasmas. Lerf me dijo que aquí los había. Pero, también me había dicho que, por regla general, se dejarían ver. Que serían tratables, que los podría ver. Que podría hablar con ellos, como había hablado con Lerf. Entonces, ¿a santo de qué esta visión se me había escondido? ¿Timidez? No creo. ¿Dónde se ha visto un fantasma tímido? Ellos saben de sobra que asustan, que causan miedo. Si yo fuera un fantasma, desde luego intentaría pasármelo en grande asustando a la gente, por doquiera que fuese.
De pronto, algo helado; en mi hombro. Me quedo de piedra, cuando miro allí y veo una mano de mujer. Lleva un anillo de piedra, como transparente. No sé si girarme. La verdad es que el miedo me llena de temblores por completo, la espina dorsal. Suben, bajan, suben, bajan. Parecen peces en una pecera rectangular.
-¿Me buscabas jovenzuelo?
La voz llena de ecos el aire. La etereidad de su estructura la convierte en irresistible. Poco a poco, voy girándome: primero los pies, luego giro poco a poco la cadera. La única parte de mi cuerpo que me falta por girar es la cabeza. Lo hago y me encuentro con un rostro arrugado. Sus ojos son casi cristalinos, extrañamente transparentes, como la piedra de su anillo. Lleva el pelo, moreno y liso, recogido en un moño.
-¿Me buscabas?
Yo no sé que contestar.

3

Cierro los ojos.
Pero ese tacto... esa heladez...
-El valor es algo que se ha de tener, si se buscan fantasmas –dijo la voz de la mujer-. Si no lo tienes, no debes hacerlo.
Yo, no sé de donde, saco ese valor para decir:
-No es cobarde el que tiene miedo. Sino es que tiene miedo y huye.
-Si no huyes, ¿por qué no abres los ojos, jovenzuelo?
Entonces, el instinto hace su aparición y me abre los ojos.
Nadie.
Aunque no se había ido sin dejar nada. Comienzo a caminar y al dar el primer paso, tropiezo con algo. Miro, hacia abajo y a mis pies, descubro un papel enrollado. Una especie de pergamino. Lo cojo y lo desenrollo. Escrito con letras rojas, el siguiente mensaje:

“No se trata de tener valor una vez
se trata de tenerlo siempre
sino, no te metas por los senderos
no todos los fantasmas son amables niños
que buscan un amigo, con quien jugar”

Miro el pergamino, durante unos segundos y ocurre algo que me deja helado. Desaparece ante mis propios ojos.
Y, como si se hubieran puesto de acuerdo, los árboles del sendero se cierran, como prohibiéndome el paso. La oscuridad no permite ver, siquiera la espesa niebla que seguía adueñándose del bosque.
El sendero esta cerrado.
Miro a los árboles y digo:
-Lerf me dijo, que los fantasmas de este bosque eran amables y se dejaban ver. ¿O es que no es verdad y vuestra tosquedad y vuestro agrio carácter no os deja mostraros? ¿Quizás me tenéis miedo?
Esto último me doy cuenta, de que podía perfectamente habérmelo ahorrado. Los árboles se abren y ante mí veo un sendero. Pero no es solamente un camino. Un camino solitario, como los de hasta ahora. Ante mí veo un auténtico ejercito de apariciones. La oscuridad los ha invadido de tal manera que solo se ven sus ojos. Rojos. Y de una luminosidad que dejaba adivinar una cierta inquietud en mi. Son como sombras que se hubieran puesto de pie y hubieran hecho desaparecer a su dueño. La niebla se mueve entre ellos, como una serpiente.
Entonces, veo que empiezan a avanzar hacia mi. Como si fueran un batallón que estuvieran haciendo una marcha militar. Detrás de mi oigo un sonido, como de árboles mecidos por el viento. Miro y puedo constatar con terror que ahora es tras mío, por donde se ha cerrado el sendero. Miro hacia los lados y veo que tampoco hay salida por ahí. Los árboles se han juntado de manera que no quepo entre ellos, para intentar una posible huida.
Estoy atrapado.

4

No se cuantos puede haber. Pero hay varias filas y cada una parece contar de unos diez mas o menos. Doy un paso atrás y de pronto, algo me agarra. Dos brazos me rodean el cuello. Y una voz me susurra al oído:
-No es valor lo que ha de faltarte aquí, joven Andros. Has de tener fe en tu valentía.
Me eleva en el aire y, en volandas, me lleva hacia el grupo de apariciones. Ellas, siguen avanzando.
-¡No, por favor! –grito yo.
-¿Dónde está ese valor, Andros?
Cada vez más cerca.
-¡Yo solo buscaba fantasmas, con quien poder conversar. Lerf no me dijo que eran así!
-Lerf es un niño mimado y metomentodo, que no hace más que meterse donde no le llaman. Es decir en la vida de la gente.
Diez metros.
-¡Por favor, déjeme ir! ¡No volveré a molestarles!
Cinco metros.
-Ahora ya es tarde, Andros. Ahora, solo el valor te salvará.
-No entiendo.
-Ahora lo entenderás.
Me siento envuelto, por un manto de oscuridad.

5

Despierto en medio de un cementerio. Pero es un curioso cementerio, pues es como si estuviera construido en una cueva. El techo me lo dice. Hace frío. El techo y las paredes parecen estar decorados, con una auténtica galería de estalactitas y estalagmitas, de todas las formas posibles.
A mi lado, una tumba. Llena de vegetación, hiedra que sube y baja, por ella, apenas se ve bien el nombre. Retiro algunas ramas y cuando leo el nombre, algo no me cuadra: Lerf Smith.
-Es su cuna.
La voz suena tras mía. Es conocida. Miro hacia su procedencia. Ante mi, un hombre con camisa, antes blanca, ahora gastada por el tiempo. Los pantalones marrones, están tan desgastados como la camisa. Sus zapatos están sucios y bastante viejos. Se halla apoyado en otra tumba.
-Su cuna, de niño mimado y malcriado.
Retrocedo varios pasos. No tengo muy buen recuerdo de él.
-Mi nombre es Alan Dob. Sí, soy un fantasma.
Señala a la tumba en la que se esta apoyando.
-Y esta es la mía. Bueno, esta es mi cama.
La sonrisa que esbozó, no me hace ninguna gracia
-¿Por qué me habéis traído aquí? –pregunto, con una valor que, últimamente, ni yo mismo me reconozco.
Alan me mira, con esos ojos suyos, vacíos de bondad y que miran, con un odio exacerbado.
-Eres su amigo, ¿no? Creí, que te gustaría saber cosas, sobre él.
-¿Naciste fantasma?
Alan avanza hacia mí y me coge del cuello, levantándome sin apenas esfuerzo, mientras me dice:
-¿Eso te ha dicho ese consentido amigo tuyo? Escúchame, pequeño entrometido. Lerf murió de cólera hace muchos años, al igual que su padre, al igual que sus amigos. ¿Sabías que esa mansión tuya, fue un internado, hace muchísimo tiempo? Todos esos niños fueron amigos de Lerf. Su padre llevó el colegio. Su mujer le engañaba, con un rico magnate. Al final huyó, con él, dejándole al cuidado del colegio. Entonces, fue cuando Lomb decidió, dedicarse a cuidar de los niños. Al no poder contar con el apoyo financiero de su esposa, él solo no podía llevar los gastos del colegio y al ser un internado para niños de familias más bien pobres, apenas cobraban, por la estancia allí de los niños. Pero, entonces, todos murieron de cólera. Al igual que el pueblo entero de Collisburgh. Todos morimos de cólera. En fin, no quedó nadie. Fue cuando Lomb decidió que debía vagar como espíritu. Al igual que su hijo y todos sus amigos. Decidió que podían vivir para siempre en la oscuridad. Y nos separó a todos, de nuestros hijos. Pues ahora viven allí. Y nunca vienen a vernos. Así que por eso, les odiamos. Por que nos quitaron a nuestros hijos.

6


-¿Cuándo has visto esa luz, papá?
Lomb hizo una seña a su hijo, para que le acompañara, a la ventana. Se hallaban en la habitación de Lerf. Lerf miró, por ella. A lo lejos, una luz mortecina, apenas brillante asomaba, por entre los árboles y la niebla.
-Creí, que habían dado su palabra de no molestar.
-Debiste decirme que Andros, iría a explorar el bosque.
Lerf se volvió a su padre y le dijo:
-Dieron su palabra, de no molestar.
Lomb tomó firmemente, pero con cariño a su hijo de los hombros.
-Sabes que Alan, jamás cumplió una vez con su palabra, mientras vivía. Mucho menos, ahora que esta muerto.
-Pero entonces, seguro que le habrá contado todo a Andros. Sabrá que somos unos mentirosos.
-¿Lo somos?
Lerf miró a su padre:
-No. Por supuesto, que no.
-Entonces, habrá que acudir, para lavar nuestra imagen.

7

-A pesar de todo, no entiendo lo referente a mi valor –digo yo, intentando buscar algún método para que mi voz, se mantenga firme y no tiemble.
Alan, que me ha soltado, sé acerca de nuevo a mí y me dice:
-Quizás, quieras visitar la tumba de tu amiguito.
Y dicho esto, me tira al suelo. Caigo, al lado de la supuesta tumba de Lerf. Alan abre al lapida y el ataúd y me tira dentro. Antes de que pueda hacer nada, cierra la tapa. Pero, oigo unas voces fuera.
-Déjale en paz, Alan.
Parece ser, la voz de Lomb.
Alguien abre el ataúd. Veo, que es Lerf. Me ayuda a levantarme. Alan está mirando, a Lomb. Su cara es pura maldad.
Yo aun no he reaccionado.
-Parece ser que le has estado contando mentiras, sobre nosotros ¿verdad, Alan?
-No son mentiras y tú lo sabes, Lomb.
-¿Ah no? Quizás Andros debería saber, que fuisteis vosotros los causantes de todo. Vosotros fuisteis a buscar ese oro, a las montañas de Johannesburg, dejando a vuestros hijos a nuestros cuidados, por resultaros molestos. Sí claro, la fiebre del oro, era demasiado importante. Vosotros, trajisteis de allí ese brote de cólera. Vosotros. No quisisteis haceros cargo de vuestros hijos y os abandonasteis a vuestra enfermedad. Moristeis de cólera. Y vuestros hijos de pena. Nosotros no morimos de cólera. Nacimos fantasmas y lo sabes. Sabes también que Alena, la madre de Lerf y esposa mía, mora en el castillo. Pero no es aficionada a salir por él. Toda esa sensación de culpa, os obliga a inventaros esas historias. Y ahora, vas a dejar ir a Andros.
-Por supuesto que lo hará.
La voz suena detrás de un árbol. De él sale la mujer que antes me había encontrado en el bosque. Sus ojos penetrantes me miran a mí y a todos.
-¿Tú qué haces aquí? –pregunta Alan, a la recién llegada.
-Es mi bosque también, asi como tuyo. ¿Te atreves a prohibirme entrar él?
-Mirna –dice Lomb.
-Así es. Soy Mirna. La madre de Arnibald. Uno de los amigos de Andros, jovenzuelo –dice, mirándome-. No hagas caso a mi marido. Lomb tiene razón. Y yo me siento culpable, por lo que ocurrió. Así que, por favor. No tengas miedo ahora. Has demostrado tener ese valor, del que te hablaba antes. Ahora, ve libremente por este bosque.
Alan mira a su esposa. Su mirada es la guarida del odio, del rencor. Pero, sobre todo del remordimiento. Remordimiento, que intenta instintivamente ocultar. Pero, que es demasiado obvio, para salir victorioso en el intento. Luego dirige esa mirada, hacia mí. Esta vez el odio puede mas que el remordimiento. Entonces, Mirna se pone delante de mí. No puedo ver su mirada, pero su marido, resignado al ver que no puede imponerse, nos regala una mirada llena de rencor y odio, grita y se desvanece en el aire.
-¡No dejes de mirar a tu espalda! –se oye una voz, plagada de eco-. ¡Allí estaremos todos! ¡Un pueblo fantasma, que irá a por ti!
Es Alan.
Su voz suena desde la ultratumba.
Su rencor, desde lo más profundo de su corazón, acostumbrado a odiar.
-Mira tú la tuya –dice Mirna.
La voz llena de seguridad de Mirna, parece acallar la de su marido.
Su eco se desvanece.
Esperamos un rato.
Silencio.

8

Un rato después

Todos desaparecieron, unos segundos después de que me dieran total libertad en el bosque. He estado caminado, por los senderos, sin encontrar otra cosa que niebla y caminos. Los fantasmas, parecen haberse escondido.
Antes de que desapareciera, le pregunté a Lerf que, teniendo en cuenta lo que había sucedido, por qué me había dicho que los fantasmas, por lo general, eran tratables. Lerf me había respondido, que esos fantasmas que me había encontrado, hacía tiempo que no salían a vagar por el bosque. Pero, que la luna era casi llena. Y eso, suele hacer que todo tipo de fantasmas salgan, a vagar.
Yo en estos momentos me hallo sentado, apoyado en el tronco de un árbol. Mirando un libro que he encontrado medio enterrado.
Parece un diario. He podido leer un poco. He aquí, la últimas anotaciones. Como en el diario de Lerf, no pone fecha:

“He podido, sentir la luna en mi piel. El suave recorrer, de la brisa en mi pelo. Sí, lo sé. Eso, en teoría no puede ser. Pero es. Soy lo que soy, no lo voy a negar. Pero, también soy lo que parece que no soy. Y aun asi lo soy. Y eso me permite hacer cosas, que quizás siendo tan solo lo que soy, no podría hacer. A lo mejor, a la gente no le parece normal. Yo solo sé, que me gusta. He oído un ruido. Creo, que voy a esconder mi diario, donde siempre y me iré a casa.”

Creo que voy a hacer lo mismo, en lo que se refiere al diario. Me siento algo mal, por haberlo leído. Cada uno, tiene derecho a su intimidad. Pero, lo ha escondido fatal. Si quería que no lo encontraran, no lo ha conseguido. Quizás las prisas, de no ser descubierto o descubierta. Esta vez, el diario va a quedar bien escondido. Para que solo la dueña, lo pueda encontrar.
Su casa.
Creo, que andará, por aquí.
La voy a buscar.

9

Senderos y más senderos.
La luna es llena. Y su luz, apenas puede atravesar la niebla. Pero, se ve bien. Es una luz poderosa. Es una luna increíblemente grande. Algo amarillenta.
No he visto hasta ahora ninguna casa.
Quizás, el dueño o dueña, de este diario no vive por aquí y lo perdió.
Parece, que aun no va a amanecer, asi que seguiré caminando.

10

He visto algo. Estoy seguro de ello. Era una chica. Vestía un vestido con falda larga. Creo que era blanco con algún pespunte de color. Pero no he podido constatar cuál.
Pero, ha desaparecido. La niebla se la ha tragado.
Entonces, el sendero se cierra como cuando me atacaron Alan y los habitantes del pueblo.
Ahora que lo pienso, ese pueblo jamás se me ha sido mostrado.
De pronto, ante mi se abre un sendero, concretamente, a la derecha, del que se ha cerrado.
¿Conducirá a ese pueblo?
No creo. El cementerio, donde están enterrados sus habitantes, parece que queda algo lejos de él.
De todas formas, algo está claro. Si quiero saber dónde me lleva he de seguirlo. Por alguna razón se me habrá abierto, digo yo.
Quiero ver fantasmas, ¿no?

11

-Prométeme, que no le dirás a nadie, dónde está mi diario.
La voz había sonado detrás de mí.
Llevaba un buen rato caminando, por el sedero que se me había abierto. Me vuelvo y veo a la niña, que me había parecido ver antes. Lleva un vestido blanco y los pespuntes son azul marino. Su largo pelo moreno lo lleva liso y recogido en una cola de caballo.
-Prométemelo.
Yo tardo en reaccionar. Ella me mira, con impaciencia.
-¿Me lo vas a prometer o no?
Salgo de mi ensimismamiento y digo:
-Eh... sí, sí claro. Esta vez, está bien escondido. Pero, te aseguro que nadie lo sabrá por mí.
Ella sonríe. Es bonita. Es guapa.
-¿Cómo te llamas? –le pregunto.
-Tiffany –me responde ella-. ¿Y tú?
-Andros.
-Encantada, de ser tu amiga. Si quieres que lo sea, claro.
-Sí, claro. Si tú quieres que yo sea tu amigo, claro.
-Sí, claro.
-Me encantaría ser el amigo de otro fantasma.
Ella ríe divertida.
-¿Cómo sabes si soy un fantasma?
-Los fantasmas no le ponen fecha a sus diarios.
Esa información, solo tela ha podido dar otro fantasma. Así que, por lo que dices es verdad que tienes un amigo fantasma.
-Bueno, tengo varios.
-Ah –dice ella, con asombro-. Pero tú no eres un fantasma.
-No –digo yo.
-Bien, encantada de todas formas, de tener un amigo humano. ¿Quieres venir a mi casa? –pregunta ella, cogiéndome de la mano.
Su tacto es frío, pero demasiado sólido para ser un fantasma.
-Bueno, de acuerdo. ¿Queda lejos de aquí?
-No, está aquí al lado. Pero, espera.
Se pone ante mí y me dice:
-Has de seguir unas normas antes de entrar.
-¿Cuáles?
Ella me mira y me dice:
-Tienes que hacer lo que te diga, ¿de acuerdo?
Yo la miro, interesado y respondo:
-Sí, de acuerdo.
Ella pone cara de inocente y dice:
-No es que me las dé de mandona. Simplemente sé lo que digo.
-Es tu casa. Lo dirás por algo, que yo no sé y que tú sí.
Ella me mira, sonriente.
-Veo, que sabes de qué va. ¿Preparado, pues?
-Preparado –respondo.Ante nosotros se abre otro sendero. Y ella me lleva por él. Oigo un ruido y noto que los árboles se cierran tras nosotros. Ante mi, a lo lejos una luz...

lunes, 23 de marzo de 2009

EL PISO DE ARRIBA I: EL PISO DE ARRIBA


Hace ya tiempo, vi con mi mujer, la excepcional "Los Otros" de Alejandro Amenábar.
Esta historia me la inspiró, dicha película.
Este es el primer episodio, de tres.
A disfrutar.
Un besitooo.

EL PISO DE ARRIBA I: EL PISO DE ARRIBA

1

¿Sabes que las puertas se mueven solas? Ya no se están quietas en sus quicios. Y quejosas andan. Andan obligando a sus vetustas bisagras, a ejecutar sus articulaciones oxidadas, por el paso del tiempo. Yo lo he visto. Y no había corriente. Pues ninguna ventana estaba abierta. Y no había nadie empujándolas. Nadie.
Quizás a la luz de un candil todo parezca extraño. Si hay algo que no me gusta hacer, es pasar al lado de un espejo, con una vela encendida. La luz de las velas hace que todo resulte fantasmagórico. Pero, yo sé lo que vi y esa puerta se había movido. Y nadie la había empujado.
Luego se cerró. Pero, no se cerró como cuando el aire la empuja. No lo hizo de un portazo. El picaporte estaba siendo accionado. Giró, hasta completar la vuelta que permite a la puerta ser abierta. Y luego se cerró, de igual manera. Despacio. Parecía que fuera quien fuera quien estaba abriéndola, no quisiera hacer ruido. Como si quisiera evitar un sobresalto. Pero, a mí me estaba consiguiendo sobrecoger.
Entonces sentí ese aire helado, que pasó a través de mí. Fue como esas brisas que soplan, por las tardes, cuando paseo por los alrededores de la mansión de mis padres. Pero, esta fue leve. Ligera. Y luego aquel libro que cayó al suelo. Detrás de mí hay una biblioteca. Y, concretamente de la segunda fila de libros empezando por abajo, uno de tapas de cuero con estampaciones doradas en el lomo, cayó al suelo. Era un libro de dibujos. Paisajes, para ser más exactos. El libro se abrió por una pagina, cuyo contenido era un bosque. La pagina de al lado era una mansión. Como la nuestra.
Entonces, de nuevo, la brisa helada, a través de mí. La puerta que se abre sola y que se cierra después, de la misma manera.
Por un momento, no supe que hacer. Miré el hueco del libro en la estantería y lo dejé allí.
Intentando dominar mis nervios, salí de allí.

2

El piso de arriba. El maldito piso de arriba, al que mis padres no me dejan subir. Pero, ahora que no están en casa, ahora que se han ido a visitar a esa odiosa tía Fardel, burlando al servicio, puedo subir allí. He de desenmascarar, por qué mis padres no me dejan subir allí.

3

Pero, ahora me de ir a acostar. Es tarde y ya he estado demasiado tiempo levantado. Aunque, después de lo que he visto, no sé si podré dormir.
Esa puerta...
En fin, no pensemos en ello. Al fin y al cabo, no estoy solo en la casa, sino que están el mayordomo, la criada, la cocinera... Solo tengo diez años. Y aunque no me gusta ya que me traten como a un niño, a veces no me importa, aunque sea por unos segundos. Por cierto, mi nombre es Andros.

4

Ya ha amanecido, hace rato. He de reconocer, que me costó dormirme, pero al fin pude y hasta creo que me he levantado algo tarde.
Estoy en la cocina y Livianne, la cocinera, me ha preparado un desayuno, a base de leche y tostadas. Creo, que iré a pasear, cuando me lo acabe. Esperaré a la noche, cuando todos estén dormidos, para proseguir mi investigación, arriba.

5

Menos mal, que la brisa, no es Como la de anoche en el piso de arriba. Hace una mañana espléndida. Y aunque no hay sol y esta nublado, la temperatura es muy agradable. Es verano.
Bajo este árbol se está muy bien. Es un olivo centenario. Creo, que ya estaba aquí, antes de que se construyera esta mansión. Podía haberme traído algún libro para leer. O, para ver dibujos. Dibujos, como los del libro de la biblioteca del piso de arriba.
Si antes he hablado de puertas que se mueven solas, es por que en el piso de arriba es algo normal. Yo sé que son fantasmas. Por que ninguna corriente de aire acciona los picaportes, para abrir y cerrar las puertas. Pero, he de investigar a fondo. Para eso, tengo una mansión con fantasmas, para mi solito, este fin de semana.

6

Una tormenta acompaña, a la lluvia que cae, esta noche.
Recorro la distancia, entre mi habitación y el piso de arriba, con más ganas aun si cabe de saber qué pasa allí arriba. El libro de paisajes ha aparecido en mi habitación. Abierto, por las mismas páginas: el bosque y la mansión. Dentro de él, había una nota, garabateada, con una letra, parecida a la de un niño. Y digo esto, por que soy un niño y sé como escribimos los niños. La caligrafía, un tanto torpe y carente del aplomo y la normalidad que conseguimos cuando nos hacemos mayores. La nota decía:

TE DEJASTE EL LIBRO ARRIBA

La oscuridad me rodea. Solo puedo atravesarla, con la llama de mi pequeño candil. La escalera ante mí. He de subirla, para llegar arriba. Comienzo mi escalada. Escalón, a escalón. Me agarro de la barandilla, para poder frenar un poco aunque sea, mi temblor. Parece que agarrado a ella, mi miedo se disipa un tanto al menos. Ya casi he llegado. No puedo encender ninguna lámpara, pues nadie debe saber que estoy levantado. Por lo que he de cruzar la casa a la luz de este candil.
Ya estoy arriba. Llevo el libro en el bolsillo de mi bata. La nota va dentro de él. Al fondo del pasillo, una puerta. Tras esa puerta, otra escalera. La escalera, que me llevará arriba. Qué oscuro está. No sé, si podré atravesar esta oscuridad. Me parece, que mi candil no va a ser bastante. Pero, si quiero llegar allí, he de seguir. El suelo cruje, bajo mis pies. La madera ya tiene sus años. Es lógico que, ya cansada, se queje cada vez que alguien la pisa. Aun no veo la puerta del fondo del pasillo. Tiemblo Como una hoja al viento. Yo sé que en el piso de arriba hay algo. Algo o alguien. Y me quiere decir algo. Algo, con un libro de fotografías. Y concretamente, con un par de fotografías: una mansión y un bosque.
Por fin he llegado ya a la puerta del fondo del pasillo. Ahora no queda más que abrirla, entrar y enfilar la escalera que me llevará al piso de arriba. Allá voy.
Ante mi horror, la puerta se abre sola. Yo no he accionado el picaporte. De hecho, ni siquiera lo he agarrado. Y la puerta se está abriendo sola, dejando ver lo que hay detrás de ella: la escalera. Un relámpago entra por una ventana y me hace ver algo más. Algo, que a la luz del candil, no se ve. Algo que hiela la sangre en mis venas. Algo que me hace quedarme clavado en el suelo. Como si fuera una árbol que hubiera echado raíces allí mismo. Algo que me deja completamente aterrado.

7

Durante un segundo, ante mí veo una figura. Un niño. Un niño Como yo. Un niño que me abre la puerta y me indica con un gesto de su mano la escalera.
El relámpago ha cesado y no se ve nada más que la escalera ante mí.
Quizás solo han sido imaginaciones mías. Quizás me debería de pensar si seguir con esto o no. Pero ese libro cayendo de la biblioteca, ante mí; esa nota en mi habitación. Quizás me la ha podido dejar alguno de los criados. Quizás, al contrario de como yo me pienso, alguno de los criados me esta gastando una broma. Pero, ¿y las puertas? ¿Cómo es posible que los picaportes se accionen solos? No, yo sé que hay fantasmas en el piso de arriba. Y esa nota, me hace ver que ya estoy demasiado implicado en el asunto, como para abandonar. Allá voy. A por la escalera.

8

Aquí hace algo más de frío. Pero, que yo recuerde, ayer no hacía tanto frío. Vale, que hoy hay tormenta y ayer no la había, pero hace bochorno, pues es una tormenta de verano. Los escalones de esta escalera crujen más aun que los de la otra. Sigo subiendo. Entonces, me doy cuenta de que no he cerrado la puerta. Me dispongo a bajar para cerrarla, no sea que algún criado se levante y la vea abierta. Entonces, veo como se cierra sola. Un nuevo relámpago, me descubre quien es el que la cierra: el niño que me pareció ver antes. Con mimo, como si él tampoco quisiera que los criados oyeran nada, lleva la puerta, hasta encontrarse con su quicio. El relámpago desaparece y solo se ve la puerta que se cierra sola.
Me giro y miro arriba. La oscuridad es aun más cerrada aquí si cabe. Comienzo a subir de nuevo.
Entonces, siento la brisa helada a través de mí, que me indica que el niño me ha adelantado. Durante unos segundos me quedo parado. No me logro acostumbrar a esa gelidez.
Entonces, me doy cuenta de que me queda casi toda la escalera por subir. Sobreponiéndome a mi miedo, adelanto un pie y lo pongo en el escalón siguiente. Luego el otro, en el siguiente. Y así comienzo a subir la escalera de nuevo. Nuevos relámpagos se producen, pero ni ante mí, ni tras mía logro ver al niño.
Llego arriba y ante mi otro pasillo. Pero, esta vez no hay puerta al final, sino una pared, con una ventana. Está muy oscuro.
Entonces, ante mí veo como todas y cada una de las puertas se abren ante mí. Todas. Ni una se queda sin abrirse. Despacio. Un relámpago más. Y los veo: Hay tres puertas, a cada lado del pasillo. Y hay seis niños cerrándolas. Cuando las cierran, se quedan mirándome. Uno, de ellos, avanza hacia mí. Yo me quedo clavado en el suelo. No sé que hacer, por un lado me gustaría poder desclavarme los pies del suelo y salir corriendo. Pero, por otro lado, me parece ver bondad en él. Se me acerca y veo, algo que me deja helado: Me tiende la mano y me dice, con una voz que hace brotar ecos venidos de no se sabe dónde:
-¿Quieres ser nuestro amigo? La eternidad es diversidad, pero solitaria a la vez.
El candil me tiembla. De pronto, veo que la luz del candil, también me permite verlos ahora. No sé como actuar. No sé que decir.
-Mis padres no me dejan subir aquí –digo, antes de darme cuenta, de que se lo estoy diciendo a un fantasma.
-Lo sabemos, Andros.
-¿Sabes mi nombre?
-Por supuesto.
-¿Quién eres?
-A su tiempo, Andros. A su tiempo.
Entonces, veo que todos desaparecen.
Y tras de mí oigo un ruido. Miró hacia de donde parece venir y veo que la puerta por la que he accedido al piso de arriba se abre. Nada aparece tras ella. Nada, salvo un candelabro de tres velas, que flota en el aire. La puerta se cierra sola. En ese periodo de tiempo se produce un relámpago, pero su luz no descubre a nadie. El que entrara por esa puerta, no sé quien puede ser. El candelabro se apaga y se coloca solo en un par de clavijas que según parece había en la pared, para tal fin. Yo no me había dado cuenta de ellas. Entonces, se oyen pasos que van hacia la escalera. Yo me arrincono contra la pared, lo más pegado posible a ella. Soplo mi candil y me quedo quieto. Quizás no me vea. No sé quien es. Puede ser otro niño quizás, pero no me fío.
Los pasos empiezan a sonar por la escalera. Pero, no crujen tanto como los míos. Es más, parece que casi la rozara en vez de pisar firme, sobre cada escalón.
El último escalón suena y noto que pasa ante mí, pues una leve brisa me acaricia el rostro. El sudor que lo puebla me hiela la piel. Estoy a punto de salir corriendo, pero debo de estar quieto. Los pasos empiezan a enfilar hacia el pasillo. Una de las puertas se abre y se cierra unos momentos después. Decido esperar unos segundos. Primero, por que lo creo prudente y segundo, por que no me puedo mover. Estoy aterrorizado.
Pasados esos segundos, intento mover mis pies. Lo logro, pero no sin abandonar un temblor, que me recorre de los pies a la cabeza, haciendo de mi espina dorsal su cuartel general, allá donde el sudor me ha pegado la parte de arriba del pijama a la piel.
Comienzo a bajar la escalera.
-“Despacio, Andros. Despacio.”
Pero, tras un par de escalones, no puedo aguantar más y corro escaleras abajo, abriendo la puerta y cerrándola tras de mí. Me apoyo en ella y trato de relajarme. Todo esta oscuro. Miro el candil apagado. Si, he de encenderlo. La luz me calmará. Busco en mi bata y encuentro cerillas. Enciendo una y su simple luz ya abre un hueco, en la oscuridad, y me tranquiliza. Enciendo el candil y me dispongo a regresar a mi cuarto.

9

En la cama, tapadito hasta arriba, parece que todo va mejor. Mañana vienen mis padres. De todas formas, he decidido que quiero seguir con la investigación. Será más difícil, pues también tendré que esquivarles a ellos. Pero no importa. Quizás eso la haga más interesante. Reconozco, que estoy asustadísimo, pero he de seguir con esto. ¿Quienes serán esos niños? ¿Quién ha subido por la escalera? ¿Qué significara el libro de fotografías? ¿Por que una fotografía de un bosque y de una mansión?

10

Mis padres ya han regresado hace una hora, más o menos. Me traen recuerdos de la tía Fardel. Me dicen que me ha echado de menos en la visita. Pues claro, que me ha echado de menos. Le encanta controlarme y como no he ido, no le ha hecho gracia. Y encima, saber que he estado solo en la mansión a mis anchas... En fin, que le hubiera encantado tenerme allí, para meterse en todo y hacer de mi visita un recital de ordenes, interpretado por ella misma. De todas formas, aquí hay algo más interesante que tía Fardel. Aunque, la verdad sea dicha, no hace falta ser muy interesante para superar a mi odiosa tía.
Esta noche voy a volver a subir al piso de arriba. Pero, estoy enfadado conmigo mismo. No he de tener tanto miedo. Al fin y al cabo, los niños solo quieren ser mis amigos. Pero, ¿quién será el que ha subido por la escalera después? Quizás ese niño que sabe mi nombre -¿cómo lo puede saber?-, sepa también la respuesta y me diga quien es. Pero, para eso, he de vencer mi miedo. Y esta noche lo voy a vencer.

11

El viento sopla de tal manera, que parece que aporreara los cristales, para entrar en la casa. La lluvia también los golpea, con ganas, en un repiqueteo, a veces un tanto atronador. Pero como están cerradas, el sonido queda algo amortiguado.
La puerta se halla ante mí. Cerrada. No sé si acercarme o esperar a que alguien la abra. No se, si estará allí el fantasma del candelabro. A lo mejor viene más tarde. Es igual hoy quiero averiguar todo lo que se encierra entorno al misterio del piso de arriba.
Me decido y voy a abrir la puerta. Entonces, como si esperara a que yo hiciera amago de intentar abrirla, esta se abre por sí misma. No hay tormenta, así que no veo quien la esta abriendo. Mi candil aun no me deja ver a nadie tampoco.
Respiro hondo y entro. Doy unos pasos hacia la escalera y cuando voy a empezar a subirla, oigo que la puerta se cierra tras de mí. Entonces, el primer relámpago, me descubre quien la ha cerrado: Es el niño que la abrió la otra noche. El mismo que me hablo. El que me pregunto si quería ser su amigo. Levanta su mano derecha y señala el final de la escalera.
Entiendo la indirecta y me dirijo allí.

12

Me encuentro solo, al comienzo del pasillo, pues mientras subía, el niño me ha vuelto a adelantar. No logro terminar de acostumbrarme a esa brisa helada. Todas las puertas del pasillo permanecen cerradas, menos una: la biblioteca. Un relámpago, me muestra al niño. Se halla al lado de dicha puerta y me invita a entrar en ella. Así que allí voy.
Lentamente, me encamino hacia la puerta. Los relámpagos se siguen produciendo, pero no veo más niños. El candil, tampoco me los muestra. Así que me veo cada vez más cerca de la puerta. Es la segunda de la izquierda. Entre ella y la primera hay un cuadro, en el cual no había reparado en mi primera visita. Un cuadro, en el que se halla pintado un dibujo que conozco bien: Una mansión. Saco el libro, miro el dibujo y lo comparó con el cuadro. Coincide.
Guardo el libro, me llego, a la puerta y entro en la habitación.

13

La biblioteca.
El hueco del libro que tengo en el bolsillo de la bata.
Las sombras huyendo de la luz de mi candil.
Las esquinas que las acogen en sus senos, como si las concedieran lugar de escondite, pues el que se la liga las esta buscando.
Coloco el libro en su sitio.
Encima de la mesa hay otro libro abierto. Me acerco y veo que es un libro escrito a mano. Lo cojo, dejando el candil en la mesa y veo que es un diario. Leo la página por la que está abierto:

El bosque está fresco, por la noche. Ya sé que tengo diez años y que los niños se acuestan pronto, pero he de ir. Pues soy un fantasma. Y a nosotros nos gusta vagar de noche.

No tiene fecha. La página de al lado esta en blanco.
-Los fantasmas nunca ponemos fecha, cuando hacemos un diario.
La voz se halla detrás de mí. Me vuelvo y veo al niño.
-No te asustes. No quiero hacerte ningún daño. Mira este cuadro –dice, mientras me señalaba uno que había entre dos estanterías, de libros viejos. Flanqueado, por dos velas puestas en la pared, para visionarlo mejor, se hallaba un cuadro. Recordaba perfectamente dicho cuadro, de la anterior vez que subí. Era el de un bodegón.
-¿Un bodegón? –digo yo, aun temblando, pues no se me olvidaba que estaba hablando con un fantasma.
-Espera -dijo el niño. Y le dio la vuelta. Fue entonces, cuando vi que era un cuadro doble. Entonces, reconocí la pintura: un bosque.
-Es el bosque del libro.
-Sí. Ahí vamos siempre, por la noche. Yo vivo en la mansión, que te enseñé en el libro.
-¿Dónde está esa mansión?
-Solo aparece de noche.
-¿Pero, dónde aparece?
El niño mantiene unos segundos de silencio y dice al fin:
-Estás en ella.

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No sé qué decir.
-Espera, espera –logro decir-. Esta es mi mansión. Es decir, la mansión de mis padres.
-Lo es, cierto –asiente el niño-. Pero en el piso de arriba, no.
-No entiendo –digo yo.
-Verás, Andros. El piso de arriba, que es donde estás ahora, es mágico. Habrás oído hablar de fantasmas, que viven en mansiones encantadas. Pues bien, tu mansión, la mansión de tus padres, tiene un piso fantasma. Y es, en el que estás ahora. Si estás en el piso de arriba y miras por la ventana, verás el bosque del cuadro. Y si sales afuera, lo que verás es la mansión fantasma. Por cierto, no hace falta bajar abajo, parar salir afuera. Basta con tocar el cuadro. Pero, no el marco, Como he hecho yo antes, sino la pintura misma. Lo que ocurre es que solo pasa de noche. Que es cuando salimos.
Entonces, recordé el libro.
-Pero, si solo salís de noche, ¿quien me dejó el libro en la habitación, con la nota escrita?
El niño dice:
-Lomb lo hizo.
-¿Lomb?
Lomb es el mayordomo de la mansión.
-Sí. Él sabía en todo momento, que tú has estado subiendo al piso de arriba. Es más, él ha estado vigilando siempre de que nadie te descubriera.
-¿Y la nota, entonces? ¿La escribió él?
-No, fui yo. ¿No viste la caligrafía? Los niños escribimos así, hasta que conseguimos tomar aplomo de mayores.
Yo estoy maravillado, a la vez que aterrado.
-¿Y qué pasa de día en el piso de arriba?
-Está cerrado. Nadie puede entrar, pues nadie tiene la llave. Solo nosotros podemos abrir desde dentro.
Recordé, que la primera vez que subí, la puerta estaba abierta. La segunda, el niño la abrió. Al igual que hoy.
-¿Y por qué no me dejan subir aquí mis padres?
-Cuando tus padres compraron esta casa, Lomb ya era mayordomo. Los anteriores inquilinos, un matrimonio sin hijos, la vendieron para comprarse otra mejor, según ellos, en Nueva Inglaterra. Pero desconocían este piso de arriba. Lomb no. Lomb si lo sabía. Lo dijo a tus padres y les pareció que era una inversión. Pero, lo hablaron y decidieron que no te dejarían subir aquí jamás. Y esta es la historia. Solo buscamos amigos, nada más. ¿Quieres ser cuesto amigo? Te aseguro que el piso de arriba tiene muchas cosas interesantes. El bosque es impresionante. Y Lomb se encargará de que tus padres jamás lo sepan.
No sé qué decir. Estoy hablando con un fantasma y me está hablando de un piso fantasma, como si viniera de otra dimensión. Al menos ya sé que podía subir aquí, sin miedo.
Entonces, recuerdo algo:
-Oye, ayer, subió alguien por la escalera. Dejó un candelabro colgado en la pared y luego subió. ¿Quién es?
-Ah, ese es Lomb.
-¿Como? –digo, abriendo los ojos como platos.
-Me llamo Lerf. Y soy el hijo de Lomb. El único fantasma que recorre la mansión.

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Ha amanecido. Lomb entra en mi habitación. Es un hombre alto y fuerte. De pelo blanco y amistosos ojos negros. Yo ya estoy despierto, hojeando el libro de fotografías de Lerf. En él aparecen fotos de la mansión desde muchos ángulos, así como de lugares del bosque.
-Buenos días, señorito Andros.
-Buenos días, Lomb.
-Lerf me lo ha dicho. Gracias, por ser su amigo. Tenía mucha ilusión por tener un amigo humano.
-A mí también me hace ilusión tener un amigo fantasma, Lomb. Bueno, dos.
Lomb sonríe.
-Igualmente señorito Andros. Ande, levántese y no llegue tarde al desayuno. Sus padres no tardarán en levantarse. Que no vean que su hijo ha trasnochado.
Lomb sigue siendo tan irónicamente mordaz.
Sale de la habitación y me dispongo a vestirme. Guardo el libro bajo el colchón de la cama, me visto y salgo camino de la cocina. El desayuno me espera.

FALLAS 2009: EPÍLOGO: LAS LÁGRIMAS DE LAS FALLERAS

Las fallas arden.
Los lindos ojos de las falleras mayores absoluta e infantil, comienzan a llenarse de lágrimas.


La emoción, de unas Fallas que han sido un sueño, para ellas.

La tristeza, de que ha llegado el final de dichas Fallas.

Una escena que a mi, me emociona, me llega dentro.

Han sido unas Fallas geniales, y al ser seguidas por mi, en este mi blog, han sido aun mas especiales.

El año que viene, seguiremos las Fallas 2010.

Mientras...

Nos queda, la emoción del amor de esta tierra, por estas fiestas, por las Fallas, definidas en...

Las lágrimas de las falleras...

domingo, 22 de marzo de 2009

FALLAS 2009: PEQUEÑO CUENTO DE HADAS

Erase una vez, un pequeño cuento de hadas, con pequeños ninots de fallas.
Y es que, los ninots de bebitos y bebitas y falleritas y animalitos pequeños me chiflan.
No se, me enternecen. Son, como un mundo aparte.
Un ejemplo de ternura, bondad y sinceridad plenas.
Siempre que voy a una falla
lo primero que hago es buscarlos
He hecho este pequeño cuento de hadas, con ellos
y con música de mi querida Enya
A disfrutar.
En especial dedicado, a nuestra niña on line

Besitoooooos

sábado, 21 de marzo de 2009

FALLAS 2009: EL MANTO DE LA VIRGEN



La Virgen ya tiene su manto de flores.

Las falleras se lo han regalado.

La ofrenda, como cada año, vistió de flores esta reproducción a gran escala de la Virgen de los Desamparados, que se haya en estos momentos en la Plaza de la Virgen, de Valencia, así como la propia plaza, que durante unos días parece un prado de flores lindas, bellas y llenas de ternura y cariño, hacia la Virgen de los Desamparados.

Vale muchìsimo la pena ir a verla.

Esa mirada de dulzura... se merece todas esas flores y todas las del mundo

Y los valencianos le regalamos belleza, devoción, amor...

Las falleras de cada comisión desfilan, para llevarle un ramo de flores a la Virgen. Unos operarios se encargan de poner las flores en el lugar adecuado, para ir cubriendo el manto, que lucirá durante unos días la Virgen.


El resultado es, como se puede ver en las fotos, espectacular.


La mariposa me parece un detalle lleno de gracia y ternura.


Mientras me como los últimos buñuelos de calabaza (los clásicos) y plátano, doy las últimas piceladas a mi seguimiento fallero con mi blog.

Aun quedan unas entradas y quedará redondo.

Un besitooooo.

viernes, 20 de marzo de 2009

FALLAS 2009: LA CREMÁ

Ayer, Valencia ardió.
El fuego purificador quemó los ninots, dando paso a la primavera.
Las fallas ardieron, pequeñas y grandes.
Es un momento solemne y triste a la vez.
Solemne, porque es el leight motive de las Fallas.
Y triste, porque se acaban las Fallas y hasta el año que viene nada.
Aquí os dejo, en estos vídeos, que he rescatado de You Tube de la Cremá de la falla de la Plaza del Ayuntamiento, la majestosidad de dicho acto.
Y la emoción, que trataré en otra entrada a parte, porque lo merece, la emoción de las falleras mayores, infantil y adulta. Que es algo, que a mi me llega muy dentro.
Consiguen, que yo tambien llore de emocion.
Besitos.




jueves, 19 de marzo de 2009

FALLAS 2009: NIT DEL FOC

A eso de la 1:30 de la noche comenzó el castillo de fuegos artificiales más especial, de cada edición de Fallas: La Nit del Foc.
Este castillo siempre es algo más, o al menos siempre se espera que así sea.
Y anoche lo fue.
Con un buen ritmo, no como otras veces, que ha sido mas pausado (desluciendo el espectáculo, ralentizándolo, lo que no le hacia ninguna justicia), el Castillo tuvo una buena lectura de colores y espectáculo. Y un final, digno de la majestuosidad sonora de una mascleta, pero con la magia visual de un castillo.
Lo malo fue que, hizo poco aire y el humo de las explosiones de los fuegos artificales no se iba, con lo que una gran nube de humo quedó suspendida en el cielo, haciéndose mas grande a un si cabe, a medida que el castillo se iba disparando. Resultado: que el castillo quedaba algo escondido, tras esa gran nube de polvo. Aunque, tampoco estaba del todo mal, pues los fuegos artificiales, salían de esa nube, dándole un toque de cine fantástico, casi hasta mágico.
En fin, aquí os dejo los videos que he rescatado de YouTube, con las dos partes del Castillo, de esta Nit del Foc 2009.
Besitos




FALLAS 2009: CONVENTO GANA EN INFANTIL


La Falla Convento de Jerusalen-Matemático Marzal se ha proclamado campeona, en la categoría de Falla Infantil.






Maravillosamente divertida, esta falla infantil se mueve por los recovecos de la sátira y el humor, como pez en el agua. Llena de ninots de niños pequeños, esta falla hace las delicias de niños y mayores.



Y sino, como muestra varios botones, como estos:


El gato atropellado (pobrecito, mio), por un carricoche de bebe; el pobre hombre vestido conmáscara antigas, intentando cambiar el pañal a este bebito, y en fin, se escapa cierto pedito; o este otro bebito en pañales, con una cara de enfado, que tira para atrás, son algunos de ellos.


En fin, una autentica gozada, como se puede ver.


Esta noche se queman. Así que si alguien no los ha visto, aun tiene tiempo.


Besitooos.


martes, 17 de marzo de 2009

FALLAS 2009: LA BELLEZA INDULTADA 2


Este es el ninot que no sera quemado, de la categoría infantil. Pertenece, a la Falla Reino de Valencia - Duque de Calabria. Y he de decir que aquí los jueces también han estado acertados. Y no por que mi esposa y yo lo hubiéramos elegido (por cierto, pleno total, dos de dos), sino porque ha vencido la belleza.
Belleza, no solo estructural, sino en lo concerniente, a su mensaje.
Paz, entre razas. Amor...
Un mundo mejor...
No os perdais el hecho de que la fallerita le ha puesto un zapatito, a su amiga africana.
Detalle que me ha llegado muy dentro.
Amistad... Amor universal...
La fallerita es guapísima, así como la muchacha africana. Sus rostros rezuman sencillez,. A destacar el detalle simpático del ninot: las hormigas. Maravillosas y supersimpáticas.
Un besito.

FALLAS 2009: INJUSTO, COMO SIEMPRE


Ha ganado, la anti-falla: Nou Campanar.

Hace seis años, que viene triunfando el negocio, sobre el arte y la elegancia, en el mundo de las Fallas.

Esta bien, que la gente que pueda hacerlo, haga una falla grande. Lo que no veo bien, es que por eso, pierdan todo el encanto, la elegancia, la sátira y el espíritu de una falla.
Nou Campanar es una falla inferior a todas luces, artística y satíramente (o al menos asi lo parece, a primera vista), hablando que es, segun lo veo yo, lo que en un principio debería contar, a fallas como Convento de Jerusalén, Sueca-Literato Azorín, o el Pilar.
Pero claro, gana el dinero, gana el materialismo.
Un año pensando, como hacer cosas como el ninot indultat de la Falla Quart (menos mal, que ahi el jurado ha estado fino), para que gane una falla, que no reune, ni uno solo de los requisitos, para que sea una falla, como debe ser.
No lo entiendo.
Nou Campanar ha de ser una falla fuera de concurso, o al menos yo lo veo así. Y mucha gente piensa como yo. Que se limite a ser, lo que pretende ser, desde un principio: un negocio. No, una falla.
Démosle una oportunidad al arte.
Las Fallas tienen sátira y crítica. Nou Campanar no tiene crítica, al menos visible a primera vista, entiendo, por lo tanto, que Nou Campanar es una falla, para que la critiquen.
En fin, si dejamos que triunfe el dinero, la ilusión de los artistas falleros, irá a menos y un día, nos encontraremos con unos monumentos falleros, carentes de la vida propia, que les caracteriza y estaremos celebrando unas Fallas vacías y totalmente carentes de gracia. Y eso, en mi opinión, es lo peor que le puede pasar a estas fiestas.
Por supuesto, no puedo esperar, ni debo, que todo el mundo piense como yo, pero aquí esta mi opinión ya expuesta.

FALLAS 2009: UNA OPERA INMORTAL


1919..., una subasta..., unos recuerdos...una caja de música... una leyenda olvidada toma de nuevo protagonismo...el telón de abre...

¡The Phaaaaaaaaaaaaaantom of the opera is heeeeeeere, inside my miiiiiiind!

Viendo fallas, con mi mujer, ¿qué diríais que me encuentro en la Falla Quart?

¡¡El Fantasma de la Opera!!

Cierto es que la mascara, como que no es esa, pero la verdad es que por lo demás es bastante guai. Y muy alto y grande. Como un edificio de por lo menos 10 pisos.

Y con su chica al lado y todo. Y con sus músicos y su director de orquesta, con las partituras...
Eso si. El Gerry es como mejor. Como mas guapete. Les ha salido un Phantom algo vejete, pero con to y con eso, alucinante.

Algo genial.
Además, la Falla Quart siempre ha sido una falla capaz de sorprenderme. Y este año no ha sido una excepción.


Yo, desde aquí, animo a sus artistas falleros, a que sigan haciéndolo tan
bien, como hasta ahora.
Pues las Fallas son sentimiento, dedicación, alegría y amor por la tradición.
Esta entrada, se la dedico, de corazón, a Estefanía, mi niña online.
Un besito y abrazo de osoooooooooooooo!!!!