jueves, 31 de diciembre de 2009

FELIZ AÑO, A TODOS


Hola a todos.
Ya acaba otro año.
Esta noche pasadlo muy bien.
Brindad con vuestra gente, por el nuevo año.
¡¡¡¡FIESTUQUIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIIII!!!!
¡¡¡¡NOCHEVIEJAAAAAAAAAAAAAA!!!!

¡¡¡¡FELIZ AÑO A TODOS!!!!














UN AÑITO DE BLOG

Hola, mis queridos contertulios blogueros.
1 Añito ya de blog. Madre mía. Y he de reconocer, que ha sido toda una aventura.
Os agradezco, el tiempo que habéis invertido, leyéndome y os invito a seguir con mis haditas y conmigo, volando por nuestro mundo.
Para celebrarlo, he cambiado el aspecto a mi blog.
Espero que os guste.
Lo dicho, un besito y:

¡¡¡¡FELICIDADES, A MI BLOG!!!!

miércoles, 30 de diciembre de 2009

MEDIANOCHE MUSICAL NAVIDEÑA: "PORTSMOUTH" MIKE OLDFIELD

Hola, a todos.
Hoy me acuesto, con el maravilloso "Portsmouth" del tito, siempre recordando, a la Navidad. Un grupo de bailarinas preciosas y un tito Mike que toca maravillosamente todos los instrumentos.
Como los grandes.
Como el gran musico que es.
Un besito.

martes, 29 de diciembre de 2009

HISTORIAS NAVIDEÑAS: FADA


Hola, a todos.
Hoy os traigo una historia, de reciente creacion. Pues, la escribí este mes. En ella quiero reseñar, que la Navidad es igual para todos. Y que siempre ha de celebrarse, para que triunfe el amor sobre el odio y la luz sobre la oscuridad.
Espero que os guste. Se llama:

FADA

“LA NAVIDAD ES PAZ, ES BONDAD
ES AMOR, ES LUZ,
PARA TODOS POR IGUAL”

JUAN PABLO ESTEBAN CONDE

1

-En un momento, todo se andará, no te preocupes.
Sopar miró, a su compañero de cocina Dinar. Y le sonrió, con un guiño de complicidad. Una complicidad, que pretendía significar tranquilidad, como sinónimo en una sintaxis, que a Dinar, no le parecía tan exenta de faltas de ortografía.
-No, no. La cena habrá de estar preparada, pronto.
Sopar le quitó hierro al asunto.
-Tranquilo, estaremos celebrando la Nochebuena con nuestras familias.
Dinar le miró, meneando la cabeza, no del todo convencida.
-Falta el asado, por hacerse
-El asado es cosa del fuego, Dinar.
-El postre ha de ser adornado.
-El postre esta adornado. Lo hemos adornado hace media hora, ¿no te acuerdas?
Dinar hizo memoria y se dio una palmadita en la frente.
-Es verdad.
Rió complacido.
-Siempre te agobias, por nada.
-¿Por nada? Hoy es Nochebuena, Sopar. Llámame tradicional, pero me gusta que todo salga bien.
-Y saldrá, amigo. Y saldrá. Este castillo es testigo, de nuestros mayores éxitos culinarios. Además, sabes que para tradicional, tradicional, yo. Además, el dueño del castillo, el Conde Castell, es una persona de buen corazón y sabes, que aprecia nuestro trabajo.
-Por eso, quiero que todo salga bien.
Sopar miró a su amigo y dijo:
-Dinar, amigo. Hay algo que he de enseñarte.
Al momento señaló, al fuego.
Dinar puso cara, de no entender nada, por lo que su amigo dijo, en plan solemne:
-El asado está listo.
Dinar sonrió de oreja a oreja y dijo:
-¿No te dije, que todo saldría bien?
Sopar rió con ganas.

2

Con un vuelo frenético, Fada esquivaba a los seres alados, que la perseguían. Algo en su bolso de mano, brillaba. Algo codiciado. Algo que pretendían hacer desaparecer.
Algo preciado. Demasiado, quizás.
Dos seres alados se formas y aspecto aterradores, la perseguían, incansablemente.
Alguien les había mandado, para robarle su tesoro.
Era vital, que no lo consiguieran.
Dos zarpazos mortales, sirvieron para que Fada hiciera lo posible, para esquivarlos. Algo le dolió en su hombro. El movimiento, demasiado brusco, para salvar el tesoro e, incluso, su vida, la había lesionado.
Su enemigo se dió cuenta de su vuelo torpe y creyó, que era su momento. Se lanzó encima de Fada. La hada vio que la luz se apagó y decidió, que antes morir que dejarse atrapar. Inició un movimiento, que le hizo ver las estrellas y se salvó por los pelos, de su mortal ataque.
Entonces, a lo lejos vio algo.
Su única oportunidad.
Su única opción.
Su única salida, para salvarse ella y salvar la Navidad
Una luz, al lado de otra, que se movían, por lo que parecía un camino.
¿Humanos? Podía ser.
Las hadas no se mostraban, con facilidad a los humanos.
Pero... la situación, quizás era demasiado desesperada, para pensar ahora en tradiciones del comportamiento.
Así que, con los seres alados, cada vez mas cerca, hacia allí se dirigió.

3

Los dos amigos cocineros, de camino a su casa, hablaban amigablemente.
-Bueno, Sopar. Estamos llegando, a mi casa.
-Sí –dijo Sopar-. Ha sido una gran idea celebrar la Nochebuena, las dos familias juntas.
-Sabes, que nos llevamos muy bien. Y estas son fechas, para disfrutar en familia y entre amigos.
-Amigos, que son como de la familia –puntualizó Sopar.
Mientras asentían mostrando su acuerdo con esos últimos comentarios, algo se metió raudo y veloz en el bolsillo de la chaqueta de lana de Sopar.
-¿Que ha sido eso? –inquirió Dinar.
Sopar ignoraba, lo que había podido ser. Aunque, dos seres alados, del tamaño de dos águilas cada uno, se hecharon encima suya, tirandolo al suelo. Dinar enseguida usó el bastón que usaba para caminar, según él más a gusto, y se dispuso a espantar a los animales. Pero estos no se iban. Y lo desarmaron.
Sopar se había levantado y, cuando los seres se echaban encima de su amigo, lo agarró gritando:
-¡Corre! ¡Vamos a mi casa, allí estaremos a salvo!
Dinar le hizo caso y con los eres alados, prácticamente sobre ellos, corrieron hacia la morada salvadora.

4

Los seres alados les ganaban terreno.
-¿Qué son esas bestias? –preguntó Dinar.
-No lo se, Dinar. Pero, en casa estaremos a salvo, al menos eso espero.
Alcanzaron la puerta, cuando los dos seres se echaban encima de ellos, en un ataque, destinado a golpearles, de manera letal Abrieron la puerta y entraron, cerrándola, justo en el momento en que los dos seres alados chocaban contra ella, estrepitosamente.
Todos acertaron a ver, por unos momentos, a sus terroríficos perseguidores.
Y lo que vieron, les heló la sangre.

5

Cuando estuvieron a salvo, con las ventanas cerradas. Escucharon, durante unos momentos, los golpes y gruñidos escalofriantes de las dos criaturas. El terror se apoderó de las esposas e hijos, de los dos cocineros, que se abrazaron a ellos. Todos preguntaban, que era lo que pasaba. Ninguno de los dos, sabía contestar.
Entonces, los golpes parecieron cesar, así como los alaridos.
Agueda, la esposa de Sopar, empezó a comprobar si su marido había sufrido alguna herida de esos seres, axial como Mirena, la esposa de Dinar. Ninguno parecía estar herido.
Los dos hijos de Sopar y Agueda, Runa y Conjuro estaban abrazados, con los de Dinar y Mirena, Migeval y Lapislázuli.
-¿Qué ha pasado? –acertó a decir Agueda-. ¿Qué era eso?
Sopar estaba demasiado asustado, como para contestar. Entonces, se fijó en su bolsillo. Algo temblaba en su interior. Miró dentro, y se encontró con una hadita, vestida con un traje de color dorado. Estaba aterrorizada. Ella se dio cuenta, de que se habían percatado de su presencia, por lo que decidió, pedir ayuda.
Fue a moverse, pero el hombro le dio miles de pinchazos de dolor.
-Es un hada –dijo Agueda-. Y parece herida. Ven, pequeña, no temas. Nosotros te ayudaremos.
Y Agueda la tendió la mano.
Fada decidió aceptarla y permitió que la amable mujer la cogiera, cosa que hizo con muchísimo cuidado. Mirena puso un cojín encima de la mesa y Agueda la colocó, con cuidado allí.
-Por lo que veo, la perseguían a ella –dedujo Sopar.
-Seguramente –dijo Dinar-. Pero, ¿Qué hará un hada, tan lejos de los suyos?
-¿Y que hacían esos bichos tan horrendos persiguiéndola?
Los niños se acercaron y miraron al hada maravillados. Nunca habían visto una de cerca. Desde luego estaba siendo una Nochebuena, de lo más mágico.
Entonces, Fada, decidió intentar hacerse entender. Tomó un saquito, de su bolso y saco unos polvos, que esparció por la habitación. Todos quedaron impregnados de el. Con un poco de suerte, este polvo haría que la entendieran.
-Hola. ¿Me entendéis?
Todos vieron maravillados, que sí la entendían.
-Tranquilos, solo es polvo del entendimiento. En primer lugar, perdonadme por las molestias, que estoy causando. Pero, hay una buena razón. En mi bolsa, hay dos cosas, que esos dos seres pretendían destruir. Miradlo.
Fada les tendió la bolsa, con un gesto de dolor. El hombro le dolía mucho.
-¿Estas herida? –preguntó Sopar.
-Mi hombro. Creo, que me lo disloqué, mientras huía, de esos seres. Tuve, que hacer giros imposibles en el aire, para esquivar sus ataques. Mirad dentro, por favor. Es importante. Y echo otros polvos, que sacó de un saquito colgado, del cinturón de su traje. El bolsito se hizo grande, par que pudieran maniobrar mejor.
Todos miraron dentro.
Una estrella y una luz se hallaban, en el fondo de dicho bolso. La estrella era harto conocida. La luz era como si fuera una bola de fuego.
Todos miraron, a Fada, que habló así:
-Si. Es la Estrella de Oriente. La luz, es la Luz del Sol. El Sol debe vencer a las Tinieblas. Diablus, el Señor de las Montañas Oscuras las secuestró. Y, yo me decidí a ir a por ellas. Me gusta la Navidad. Y creo, que nadie debería quedarse sin ella. En nuestra Navidad, que llamamos Yule, el Sol vence a las Tinieblas, haciéndose los días más largos, y así lo celebramos. En vuestra Navidad, Cristo es el Sol que vence a la oscuridad. Diablus. No quiere, que los días se hagan más largos, ni que se celebre el nacimiento de Cristo. Diablus quiere que la oscuridad triunfe, y que no haya Navidad. Y eso, no puedo permitirlo.
-Nosotros tampoco –dijeron al unísono Sopar y Dinar.
-Queremos que haya Navidad, papá, mamá.-dijeron los cuatro niños, también al unísono.
-Y la habrá, mis niños –dijeron Agueda y Mirena, al unísono también-. Y la habrá.

6

¿Pero, qué podemos hacer?
Eso era, lo que los rostros de todos los presentes humanos parecían decir.
-Es fácil –dijo Fada-. Mirad dentro de mi cinturón. Hay un saquito. Yo no puedo mover el hombro. Necesito una mano pequeña. Los niños, pueden ayudar. Que venga, el que tenga las manos más pequeñas.
Runa y Conjuro tenían tres y seis años cada uno, mientras que Migeval y Lapislázuli tenían 8 y 9 respectivamente.
La solución era clara.
-Runa, mi vida –dijo Agueda-. Ven, que vas a ayudar al hadita.
Runa miró al hada y esta le dijo.
-Hola Runa.
La niña, con el pelo caoba, como la tierra, y un gracioso hoyuelo en la barbilla, dijo maravillada, pues estaba hablando con un hada, cosa que no se hace todos los días:
-Hola Fada.
El hada la sonrió y le dijo:
-¿Ves ese saquito, que tengo colgado de mi cinturón? El que es más grande que los demás.
Runa asintió.
-Cógelo, con cuidado. Y ponlo a mi lado.
Runa asintió y se dispuso a coger el saquito. Aunque tenía las manos pequeñas, debido a su edad, el saquito era más pequeño que su dedo meñique. Lo cogió, con un cuidado exquisito y lo puso al alcance de Fada. El hada lo abrió, y se echó un poco de una especie de polvillo en el hombro. Al momento, lo pudo mover bien, totalmente recuperada.
-Bien. Hemos de actuar deprisa. Esos seres, no tardaran en venir. Hay que poner la Estrella de Oriente y la luz del sol, en el cielo.
-¿Cómo haremos, para que esos monstruos no nos detengan? –dijo Dinar.
-Eso es lo peor. Pues atacarán, seguro. De todas formas. Tengo pensada una solución. Requiere mucha concentración. Y probablemente, acabaré agotada.
-¿Cuál es? -preguntó sopar.
-Contactar, con Yelina.
Todos pusieron cara de no saber quien es.
-Es la Reina de las Hadas.

7

-Ella hará un conjuro, desde donde esté. Tardará un poco en formularlo. Durante la realización del conjuro, he de estar en comunicación con Yelina. Si esos bichos entran, no podré defenderme de ellos. Ahí entráis vosotros. Si vienen, defended la casa, con vuestra vida. Pues, estaréis luchando por la Navidad. La bolsa se quedará aquí conmigo. Así, no os la quitarán la luchar. Tendréis que luchar, con toda vuestra fuerza, para evitar que entren. Una vez protegida la casa, no podrán entrar y los que estén dentro serán lanzados fuera de aquí, lejos, muy lejos y vosotros podréis lanzar al aire la Estrella de Oriente y la Luz del Sol. Una vez en el aire, nada podrá detener la Navidad. Hoy es Nochebuena y eso les da poder. Pero hemos de lanzarlas al aire. Y ahora, he de contactar, con Yelina.
Y entonces, Fada se sentó cruzando las piernas, concentrándose. Una luz azulada, rodeó al hada. Era hermosa de contemplar. Pero, aunque estaban todos maravillados, intentaron no turbar su concentración.

8

-He tomado contacto –dijo de pronto, Fada-. Yelina, está empezando, a formular el conjuro.
De pronto, se escuchó, a lo lejos, un conocido sonido, que les heló la sangre a todos. Agueda se asomó y su cara se torno en un rictus de terror.
-Dios mío. Vienen cuatro de esos seres. Pero, son más grandes. Madre mía, son gigantescos.
-Bien, -dijo Sopar-. Tomemos posiciones. Más leña en la chimenea. Coged algunas maderas y haced teas. Si quieren entrar, van a tener que vérselas, con nosotros. Niños, debajo de la mesa.
-Queremos luchar, padre –dijo Conjuro.
-Hijo mío. Hacedlo, por la Navidad. Quedaos, cuidando de Fada y el bolso.
Migeval y Lapislázuli, e incluso la pequeña Runa, tampoco acababan de resignarse a quedarse bajo la mesa. Pero, al final todos fueron convencidos, bajo el lema de: Por la Navidad.
Fada seguía concentrada, en su comunicación con Yelina, la Reina de las Hadas.
La batalla estaba a punto de comenzar.
La Navidad tenía que ser salvada.

9

Los monstruos alados se cernieron, sobre la casa, como aves de presa. Cuatro personas, les hicieron frente, con enormes teas. Enormes nubes de humo salían por al chimenea. Las criaturas parecieron, remisas en la primera pasada. Sopar, Dinar y sus esposas, les hacían frente, con sus antorchas. Y el humo les cegaba al descender, sobre la casa.
De momento, la defensa estaba dando buenos resultados.

10

-“Un poco más. Aguantad un poco más, amigos míos” –se decía Fada-. “Ya casi está,”
Los niños estaban bajo la mesa.
-No puedo estar aquí, sin hacer nada –dijo Migeval en voz baja, para no molestar a Fada.
-Pero, los padres, nos han dicho que nos quedemos aquí. Corremos peligro –dijo Lapislázuli.
-Además, esta la bolsa. Y Fada no puede defenderla –dijo Conjuro.
Y fue, cuando afuera se oyeron gritos, y parecían de desesperación.
-¡Papa, mamá! –gritaron al unísono ambos.
Runa se puso a llorar, de miedo.
Conjuro, trató de consolarla, pero estaba también aterrado.
-¿Qué hacemos?
Se miraron, sin saber como actuar.

11

-¡Soltadlas, cobardes! –gritaron al unísono Sopar y Dinar.
Dos de los monstruos habían cogido a Agueda y Mirena, en sus garras.
Su reacción fue unánime: Les lanzaron sus antorchas.
La desesperación, a veces, es buena consejera del buen hacer.
Ambas teas dieron en el blanco y los bichos soltaron, a sus esposas.
Pero, pronto se dieron cuenta, de que era una estratagema, para despistarlos. Los otros dos monstruos se habían lanzado contra la casa y el tejado había recibido su primer gran golpe.
-¡Dios mío, los niños! ¡Fada! ¡El bolso!
El grito de las dos parejas fue al Alimón. Al mismo tiempo, el tejado recibía el segundo golpe de los dos monstruos y cedía, en casi su totalidad. Y sin antorchas se sentían impotentes.
Los monstruos entraron en la casa.
-¡A por ellos! –gritaron desesperados los cuatro.
Y se lanzaron, a dar sus vidas, por sus hijos, por Fada y por la Navidad.

12

Sin embargo, esos golpes evitaron que los chicos salieran de debajo de la mesa. Es más, les hizo abrazarse aun más. Todos fueron una piña, mientras veían como el tejado caía, casi por completo.
Los cuatro gritaron, completamente aterrados, cuando vieron que los monstruos entraban con toda facilidad, en la casa y levantaban en alto la mesa, bajo la cual se escondían los niños.
Entonces, vieron a sus padres que cargaban, contra los monstruos alados, echándose sobre ellos, con fuerza. En un esfuerzo desesperado de salvar la vida de sus hijos. Los monstruos se los quitaron de encima con facilidad.
Uno de los monstruos se había dado cuenta, de donde estaba Fada y el bolso. Alargó una garra y se dispuso a coger la bolsa.
Fue entonces, cuando oyeron una voz que decía:
-¡Ya está!
Fada se levantó débil y dijo:
-El conjuro está hecho.
El monstruo, vio a la pequeña hada y cuando iba a aplastarla, salió disparado sin saber como ni por qué, junto con el otro bicho, por el tejado. Afuera, se oía como los otros dos, que de nuevo se habían acercado demasiado, salían asimismo disparados, como impulsados por una fuerza invisible y enorme.
Los padres abrazaron, a sus hijos, llorando de emoción. Sopar y Dinar cogieron la bolsa, y salieron afuera, con cautela. Miraron, por todos lados. Ni rastro de los monstruos alados de Diablus.
-Es el momento, Dinar.
-Tú lo has dicho, amigo Sopar.
Uno cogió la Estrella de Oriente y otro la Luz del Sol y las lanzaron al cielo. Al principio, pensaron que no tendrían fuerza suficiente, pero ambas subieron muy arriba y fueron a realizar su cometido.
La Navidad estaba salvada.

13

Las dos familias decidieron celebrar la Nochebuena, en casa de Dinar. Así que trasladaron la comida y todo a su casa y allí la celebraron, tranquilamente. La casa de Sopar, seguiría con el hechizo, así que nadie podría entrar a robarles, pero tendría que realizarse una remodelación. Las hadas prometieron llevar ayudantes, para ello. Por lo que la familia de Sopar viviría unos días en la casa de la familia de Dinar. Fada fue premiada, por su valor y nombrada hada predilecta.
Y las Fuerzas del Bien prometieron, guardar mejor la Estrella de Oriente y la Luz del Sol.

MEDIANOCHE MUSICAL NAVIDEÑA: "IF YOU BELIEVE" LISA KELLY


Hola a todos.
Hoy, en Medianoche Musical Navideña os traigo, un tema de la B.S.O. de la segunda peli, de nuestra hada favorita, Campanilla: "Campanilla Y El Tesoro Perdido". Se trata del tema, "If You Believe", cantado por nuestra Celtic Woman, Lisa Kelly.
Como digo, Disney siempre ligado, a la Navidad.
Besitos


lunes, 28 de diciembre de 2009

CELTIC WOMAN DE GIRA POR ESPAÑA


La noticia ha hecho que alucine por completo.
Mis chicas célticas favoritas en España.
¡Y vienen a Valencia!
Aun no hay fechas, pero vienen.
¡Por fin, mi Chloë en España!
Me voy a derretir.
En fin, ya os iré informando.
Ahora estoy demasiado emocionado.
Además, de que aun no hay fechas confirmadas.
Lo confirmado es que vienen.
¡Yiiiiiiiihaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaaa!
Besitos

JAMES CAMERON HABLA DE "AVATAR 2"




Hola a todos
Según Aullidos.com, James Cameron habla de una posible secuela de "Avatar". Según vaya esta primera parte, así haría y que lo tiene todo pensado, aunque aun no ha escrito los guiones.
Todo parece indicar, que habrá segunda parte. Porque, aunque se haya impuesto solo por los pelos a "Sherlock Holmes" en E.E.U.U., le queda el resto del mundo y se acaba de estrenar, como quien dice. Y esta peli dará mucho de que hablar.
Más información en este link:
¿Habrá regreso a Pandora?

domingo, 27 de diciembre de 2009

MEDIANOCHE MUSICAL NAVIDEÑA: "SE LLAMA AMISTAD" BEATRIZ LUENGO


Hola a todos.
Hoy en Medianoche Musical Navideña, os traigo la versión en castellano de la canción de Demi Lovato, "Gift of a friend", perteneciente a la segunda película, de nuestra hadita favorita, "Campanilla Y El Tesoro Perdido" (2009). En castellano, lleva por título "Se Llama Amistad" y la canta Beatriz Luengo.
Disney siempre ha estado ligado, a la Navidad.
Así que, a disfrutarlo.
Besitos

sábado, 26 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE NAVIDAD: EL FUEGO DE LA NAVIDAD

Hola, a todos.
Siguiendo con mis historias de Navidad, aqui os traigo una, en la que trato de reseñar, que el amor da la vida. Y la Navidad es eso: Amor
Espero, que os guste- Se llama:

EL FUEGO DE LA NAVIDAD

“EL AMOR DA LA VIDA”

JUAN PABLO ESTEBAN CONDE

1

La joven cogió el candil y la manta y se dirigió, a la salida el castillo. La noche aparecía despejada, con algún que otro jirón de nubes que, no obstante, no amenazaban lluvia. De todas formas, optó, por abrigarse, pues estaba segura de que haría frío.
Respiró hondo y salio afuera.

2

Juna, que así se llamaba la joven era la hija de dos de los sirvientes del castillo de Drak, en el país de Rolesbaim. Vivía, con el en el castillo, mientras su padre, trabajaba en las cocinas y su madre limpiaba las habitaciones. Ella tenía 17 años de edad, aun muy joven para poder trabajar, pero con el año que llegaba, se pondría a las órdenes de la gobernanta de las doncellas. Cuando cumpliera 18 años. Pero hoy era Nochebuena y tenía que hacer una cosa. Algo importante. Y nadie más que ella podía hacerlo. Todo empezó, hace un año…

3

El día había empezado, con un sol que salía tímidamente, de una nube, sobre la cual, presumiblemente, se había acostado. No llegaba a calentar, aun, pero siendo la hora que e3ra, lo extraño es que lo hubiera hecho. En diciembre, no suele hacer mucho calor. Ni siquiera el día de Nochebuena.
Juna se disponía a pasear por el campo. Tenía, aun 16 años. Su melena castaña, se enredaba en bucles imposibles, con la inmensidad de sus rizos. Sus ojos color violeta, admiraban el paisaje y este, se los admiraba a ella. Su piel vivía en un paisaje de imaginación, que el viento había creado para ella en su corazón. Respiró hondo y se preguntó, por qué la gente se empeñaba en hacer guerras y destrozar esta maravilla de naturaleza que Dios no s había dado.
Entonces, lo vio: era grande y con sus alas extendidas, resultaba aun más grande, si cabía. Aterrizó, con un graznido gutural que hizo retumbar la tierra, sobre la que se hallaba Juna.
Era un dragón.
Juna se asustó y se quedó parada. El dragón, entonces, la miró a los ojos y la habló con una voz estentórea:
-¿Vives en el castillo de Drak?
Juna no sabía que decir. Vio la enorme boca del dragón. Por ahí cabría seguro. No habría salvación para ella. Estaba perdida. Pero, entonces miró a los ojos del dragón, y algo se movió dentro de ella. Ese algo, la instó a responder:
-Sí. ¿Por qué lo preguntas?
El dragón pareció enervarse, pero de algún modo logro calmarse. Y esta vez fue él, el que contestó, a Juna, con otra pregunta indirecta:
-Entonces, serás la hija del señor del castillo.
Juna, recordaría este momento muchas veces, pero nunca supo como pudo reírse de esa manera, en la cara de aquel inmenso dragón:
-No, ni ganas de serlo. Es estúpida, creída y no hay quien la aguante. No me cae muy bien que se diga. ¿La buscas?
El dragón pareció enervarse en un principio, pero luego logró calmarse y mirando a los ojos a Juna le dijo, desafiante:
-Mejor que no la encuentre. Y entonces, ¿tú quien eres?
-Soy la hija de dos de los sirvientes del castillo.
El dragón se elevó en su majestuosidad y dijo:
-Bien, ¿Cómo te llamas?
-Juna –dijo la joven.
-Mmmm, Juna ¿eh? Bien, bien, mi nombre es Rolasbark. Y soy uno de los dragones de la corte de Slagarkh. Y… te necesito…

4

-¿A mi? –preguntó Juna-. ¿En qué puedo ser yo de ayuda a un ser que es 1000 veces o mas, mayor que yo?
Rolasbark le dijo, con una voz llena de pesar:
-Necesito salvar a mi hijo.
A Juna se le partió el corazón, al oír al Rolasbark hablar así.
-¿Qué le pasa? ¿Está enfermo?
-No. Aun no ha nacido.
-Pero... –dijo Juna-. No lo entiendo. ¿Qué peligro puede correr, si aun no ha nacido?
-El de no poder nacer –sentenció e impresionante dragón.
Juna abrió sus inmensos ojos violeta y le dijo al dragón:
-No me conoces de nada. Y aun te confías a mí. Ojalá pueda ayudarte. Pero, no entiendo nada.
Ven a mi gruta y te contaré allí.
Juna, aunque confiaba en Rolasbark, desconfió en un principio de él. El dragón se dio cuenta.
-No temas. Respondo de ti, con mi vida. Además, necesito de alguien sencillo. Alguien que ame la Navidad.
-Yo la amo, con toda mi alma.
-Lo se, por eso he confiado en ti. Confía tú en mí.
Juna asintió y dijo, subiéndose a la grupa del dragón:
-Sí, me parece justo. Vamos. Llévame allí.

5

De una tierra tan linda, como el paisaje donde se habían encontrado muchacha y dragón, pasaron a una totalmente devastada. Una tierra, que Juna conocía bien, pues había sido pasto de una batalla, hacia unos años. El Llano Arbóreo, había dejado de merecer ese nombre. Todos sus árboles habían sido calcinados y nada crecía con vida por allí.
Se dirigieron, a una cueva, a los lomos de una montaña. Allí, aterrizaron. Rolasbark se puso casi a ras de suelo, para que Juna pudiese bajar.
-Aquí vivo, con mi esposa, Sullenia –dijo, invitando a Juna a entrar. La muchacha entró y se encontró con otro gran dragón, que debía de ser Sullenia. Se encontraba echada y al ver a su marido y a Juna se irguió. Rolasbark se acercó a ella y la dio lo más parecido a un beso.
-Sullenia, amor mío. Esta es Juna, su padre trabaja en el castillo de Drac. Y cree en la Navidad. Podrá salvar a nuestro hijo, con el Fuego de la Navidad.
Sullenia esbozó, lo que Juna creyó una sonrisa.
-Veo pureza en tu corazón. Las dragonas podemos ver en el corazón de la gente. Nos traerás el Fuego de la Navidad. Lo se.
Juna ser hallaba confundida. El Fuego de la Navidad. ¿Qué era eso?
-Perdonad. Pero, ¿qué es eso de El Fuego de la Navidad? ¿Y cómo puedo salvar yo, a un pequeñín que aun no ha nacido?
Rolasbark tomó la palabra:
-Hace algunos años, como bien sabrás, aquí se celebro una batalla. Fue la mas cruenta, en mucho tiempo. No se tuvo piedad de nada. Algunas especies de animales, pudieron huir. Otros no. Los árboles, ya ves como han quedado. El resto de la vegetación, simplemente se convirtió en cenizas, que el viento arrasó. Nosotros nos hallábamos lejos, es ese momento, visitando a unos familiares en el Bosque de Luramont. Cuando volvimos y vimos el estado del lugar, donde vivimos… se nos cayó el alma a los pies. Supimos, que aquí nada podría crecer, porque aquí, nada podría nacer. Era tierra yerma. Y no habría manera de poder soportar el frío, para nuestro chiquitín. Y nuestro fuego solo devastaría mas y mas la tierra. De todas formas, queríamos tener un hijo. Así que ahora Sullenia esta embarazada. Dentro de un año, el bebé nacerá. Para entonces, necesitamos que esta tierra este bien. Y para eso, necesitamos el Fuego de la Navidad. Este fuego, dará la vida a esta tierra de nuevo. Solo un dragón hará la magia Pero, el propio Fuego es algo a lo que solo los humanos tienen acceso. Un dragón es demasiado grande para entrar en el mundo de los humanos. Por favor. Ayúdanos.
-Pero, ¿qué es el Fuego de la Navidad? –preguntó Juna-. No lo se. No he oído hablar de el nunca.-Sabemos que existe, pero tampoco lo sabemos. –El dragón, acercó su gran morro a Juna y le habló, con un tono suplicante, que a Juna le puso los pelos del corazón como escarpias- Por favor, ayúdanos. Tienes un año. Por favor…

6

Aquel “por favor”, aun seguía en la mente y en el corazón de Juna

7

Nadie la había visto. Salio despacio. Había pasado un año. Y solo esperaba llevarles el fuego correcto. El Fuego de la Navidad. Había pasado un año entero, buscándolo. En libros, preguntando a todo el mundo, con la discreción por montera y no había conseguido nada. Así que cogió un candil y una manta y asoció calor y fuego, con Navidad. Y partió a ayudar al hijo de Rolasbark y Sullenia. Se encontraba algo aterrada, de no haber dado con la solución y que eso constara que el bebé dragón no naciera. De todas formas, mientras había vida, había esperanza.
Llegó al lugar de la cita, con Rolasbark. Aun no había llegado. Apareció unos minutos después. Como aquella vez. Con ese majestuoso vuelo y ese aterrizaje, que provocó un vendaval alucinante.
-Has venido, con el Fuego de la Navidad –dijo el dragón.
Juna miró su candil y le respondió:
-No lo se. ES solo un candil. No lo he encontrado. He preguntado a sabios, a necios, he consultado libros… en vano. Este candil, puede dar fuego. Pero me temo, que no pasa de ser un fuego normal. Creo, que os he fallado. Lo siento. Pero, no quiero perder la esperanza de que vuestro hijo nazca bien. Así que, aquí estoy. Y si por mi culpa no lo logramos… Aquí me tienes… Cóbrate, su muerte con la mía-
Rolasbark la miró y se echó al suelo, diciéndola:
-No creo, que eso sea necesario. Sube.
En pocos segundos se encontraban, en el aire.

8

Sullenia se hallaba, con dolores de parto, cuando llegaron.
-¡Rápido, Juna! ¡El Fuego de la Navidad!
Juna miró el candil y sacó las cerillas. No creía que fuera a funcionar, pero era mejor que nada. Encendió el candil y se lo mostró a Rolasbark. Entonces, se acordó de la manta y la sacó de la alforja que había cogido, para llevarlo todo mas cómodamente y la extendió a los pies de Sullenia, para que el dragoncito, al menos no notara el frío del suelo de la cueva
Sullenia grita:
-¡Cariño, ya viene!
Juna, veía, que el dragoncito se encaminaba a una muerte segura. Y no sabía que hacer. Entonces, Sullenia dio a luz. Un pequeño dragoncito, se hallaba, sobre la manta. Apenas respiraba y temblaba. Juna lo arropó, como pudo, para darle calor. Pero, hacia falta el Fuego de la Navidad. Y ella había traído un triste candil.
-Te he fallado, Rolasbark
Las lágrimas asolaban sus lindos ojos. Entonces, el dragón, dijo:
-Creo, que no.
Juna le miró y lo que vio le maravilló: Rolasbark había cogido el candil y estaba absorbiendo el fuego, de él. SE dirigió, a la entrada. Juna le siguió y vio como sacó la cabeza, por la entrada de la cueva y exhaló fuego de su ser. Lo que vio a continuación Juna, se quedó par siempre en sus retinas y en su mente. Toda la tierra comenzó a renacer. Los árboles, crecían de nuevo. Había césped, pequeños asomos de matorrales, que con el tiempo crecerían. Por el río, que se hallaba seco por completo, corría cantarina agua y peces nadaban en ella.
Entonces, Rolasbark volvió a entrar, seguido de Juna. Cuando llegaron, a donde yacían Sullenia y el pequeño dragoncito, vieron, que este respiraba con normalidad, y que parecía estar perfectamente.
-En verdad trajiste el Fuego de la Navidad –dijo Sullenia.
Juna seguía sin comprender. Quizás lo que había parecido una tontería, había tenido sentido al final.
-Pero…
Rolasbark la dijo:
-No, el candil y la manta no eran el Fuego de la Navidad. Ahora entiendo lo que ha pasado: El Fuego de la Navidad lo llevabas siempre dentro de ti. El Fuego de la Navidad es el amor. Tú y tu amor han salvado esta tierra. Solo hacía falta un dragón, para hacer el hechizo. Pero, sin tu buena voluntad, no habría podido hacerlo.
Ahora, todo quedaba claro. Sullenia la miró y su expresión era toda gratitud.
-Gracias, Juna. Como premio, te proporcionaremos un lugar donde vivir. Aquí mismo. Tus padres y tú, viviréis de la tierra, que no os dejara de dar frutos, pues vuelve a sonreír, gracias a vosotros.
Juna se atrevió a decir:
-¿Será cerca de vosotros? Me gustaría jugar con el dragoncito.
Rolasbark rió suavemente y dijo:
-Por supuesto, no te preocupes.
Y así fue, como Juna se instaló con sus padres, en El Llano Arbóreo, cerca de la cueva de la familia de dragones y todos vivieron, para siempre felices.

viernes, 25 de diciembre de 2009

HOY ES NAVIDAD

Las campanas repican
Ha nacido el Salvador
La Paz y el Amor cubren la Tierra
Hoy todo es maravilloso
Y la familia y los amigos se reunen para celebrarlo
Amigos, que el Amor, la Paz y la Dicha os llene
Ha nacido Jesusito
¡FELIZ NAVIDAD!















jueves, 24 de diciembre de 2009

HOY ES NOCHEBUENA

Hay una Estrella, que nos lleva a Belén.
Que esta noche todos la sigamos y vayamos a adorar al Niño Dios.
Jesusito nos está esperando.
Hemos quedado todos, en Belén.
Démosle calor, entre todos.
¡FELIZ NOCHE!











































miércoles, 23 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE NAVIDAD: LA CAMPANA DEBE SONAR

Hola, siguiendo con mis historias, hoy os traigo una que habla de una campana que ha de sonar, para que pueda celebrarse la Navidad. Y Braulio el campanero, ha de llegar a tiempo. Hay un personaje salvador, de excepcion. Quizás, aun se oigan en la distancia los redobles de su pequeño tambor.
Espero, que os guste. Se llama:

LA CAMPANA DEBE SONAR

“Escucha como las campanas
Dulces, plateadas campanas
Todas parecen decir
Pierde cuidado
La Navidad está aquí”
VILLÁNCICO DE LAS CAMPANAS

1

Era el día 24 de diciembre. Una mañana limpia y que el sol acariciaba, templadamente. Donde, niños y niñas jugaban por las calles del pequeño pueblecito. Un pueblecito llamado, Villanadal. Un pueblecito, como otro cualquiera. Con sus casas, sus tiendas, donde la gente compraba los ingredientes, para celebrar, un año más junto a la familia, la Nochebuena.
Y en lo alto del monte, una iglesia, con un campanario, que todos los años a las doce de la noche del 24 de diciembre, daba paso al día de Navidad, con su tañido alegre y lleno de emoción, que todo el mundo celebraba, brindando en sus casas. Algunos se lanzaban a las calles y dirigían sus brindis a la iglesia.
Y es que Braulio el campanero, se había ganado a pulso el cariño de la gente. 15 añitos, castaño oscuro, de pelo corto, vivía con los frailes. Su sueño era ser campanero, así que desde que quedo huérfano de pequeño, los frailes le adoptaron. Y allí se quedó, con ellos.
Todos los días tañía la vieja campana y para él, este pequeño acto suponía su vida. Pero el día del veinticuatro de diciembre… El tañido de Navidad, para él lo era todo. Era más que su vida. Jesusito, como él lo llamaba, había nacido. Y eso era algo digno, de ser anunciado, a todo tañir.
Así que hoy pensó en ir a Villamercado, el pueblo de al lado, para comprar abrillantador, con el fin de darle brillo a la campana. Quería tenerla reluciente, para el momento.
Fray Silbido, como el lo llamaba por su silbido, tan potente que se oía en varios pueblos a la redonda, entró en su habitación, cuando Braulio se disponía a salir ya, para Villamercado.
-Buenos días, Braulio
-Hola Fray Silbido, buenos días. ¿Has dormido bien?
Fray Silbido esbozó una sonrisa. Ya se había acostumbrado, así como todos los frailes, a los motes que Braulio, no sin cariño, les había puesto, pero aun le parecía que sonaban curiosos.
-Sí, ¿y tú?
Braulio le miró, mientras cogía algo de dinero de su cajita de Navidad.
-Como un tronco.
-¿Dónde vas?
-Voy, a Villamercado, para comprar abrillantador. La campana ha de quedar imponente y se nos ha acabado. Y hoy es Nochebuena.
Fray Silbido le miró y vió en él al muchacho de siempre. La gente suele cambiar, mientras crece. Pero, él no. Él no cambiaba. La misma ilusión, por el tañido de la campana.
Aunque, la verdad es que detrás de toda esa ilusión, había una razón de peso, para que la campana sonara esta noche, como cada Nochebuena: la alegría, no solo de un joven campanero y sus frailes con motes, sino la de todo un pueblo entero. Y no solo su ilusión, sino su necesidad.
Y es que Villanadal nació en Navidad. Un día apareció allí. Déjame, que te cuente brevemente su historia. Ponte cómoda.
Ah, y no te preocupes de Braulio, por que luego volveremos, con él.

2

Como te decía, Villanadal apareció un día allí, donde está ahora. Y yo te diré cómo: La nieve un día, sintió que una estrella venía. La estrella, que era la Estrella de Belén, al llegar conectó sus rayos, con la blancura y pureza de esa nieve, y de ahí, como surge una estrella por una supernova, nació Villanadal. Primero las casitas y la iglesia y luego… la gente. Sí, como si fuera que nacieran, por un hechizo de magia. Ese día que apreció, era el 24 de Diciembre. Eran, las 10 de la noche. Entonces, apareció un niño de unos cinco años. Fue directamente a la iglesia. Dicen, que algo le atrajo allí. Y que miraba directamente a su campanario. Estaba sucio y harapiento y cuando llegó a la iglesia, los frailes le preguntaron qué hacía allí y cómo se llamaba. Él respondió que se llamaba Braulio y que se había quedado huérfano cuando nació y que había vivido, hasta ahora en un orfanato. Pero, que hoy se había escapado de él, por dos razones: lo trataban muy mal y algo le había traído hasta aquí. Eso lo dijo mirando al campanario y a su campana. El pueblo le había seguido y algo hizo que los frailes y el pueblo asintieran en que se quedara allí. Al fin y al cabo, era Navidad. Así que Braulio se quedó con los frailes y así todos empezaron allí a vivir. Nadie se preguntó, qué hacía allí, en ese pueblo. Simplemente se sentían a gusto. Así que dieron gracias a Dios por vivir allí y empezaron a hacer su vida.
Cuando llegaron las doce menos diez de la noche, algo les hizo mirar hacia el campanario. Entonces, Braulio miró al campanario y dijo a los frailes, si podía tocar él la campana. Los frailes le dijeron que sí, pero que le acompañarían y le ayudarían pues era muy pequeño. Braulio asintió y así agarró por primera vez en su vida el cordón de la campana y con ayuda de Fray Silbido, como sería conocido gracias a él, más adelante, hizo sonar por primera vez la campana en la historia de Villanadal. Así fue entonces, como quedó estipulado, que solo y únicamente Braulio podría tocar la campana la noche del 24 de diciembre, a las doce de la noche.
Desde entonces, cada 24 de diciembre a las doce de la noche, Braulio hace sonar la campana en Villanadal. Porque, si no fuera así, Villanadal sentiría una pena enorme y simplemente… desaparecería de dolor…

3

Pero, volvamos con Braulio, porque acaba de comprar cosas y aunque se fue por la mañana, son las ocho de la tarde y aun no ha vuelto. ¿Por qué?: un malvado duende llamado Boruburus le ha atrapado en sus mazmorras, mientras salía de la tienda. Fingiendo que se había hecho daño en un tobillo, cuando Braulio se acercó a ver qué le pasaba, le lanzó unos polvos de sueño, y cayó dormido.

4

Braulio despertó y vio que estaba en unas mazmorras. Estaban sucias y podrían caber unas cuatro o cinco personas perfectamente, sin pasar apreturas.
-¡Vaya, vaya! –dijo una voz cascada y diminuta-. Nuestro prisionero se ha despertado.
Braulio miró en al dirección de dicha voz y vio a un duendecillo con gorro verde terminado en una punta doblada y arrugada, y un traje propio de un duende igual de arrugado y viejo. Una barba lampiña brotaba de su cara, totalmente deshilachada y sucia. Sus ojillos, se arrugaban en una sonrisa malévola llena de dientes negros como el carbón.
-¿Quién eres? ¿Por qué me has encerrado aquí? –dijo Braulio y mirando su reloj de bolsillo, (regalo del pueblo en unos de sus cumpleaños) vio que eran las ocho de la tarde. Entonces, añadió desesperado-: ¡He de estar en Villanadal antes de las doce! ¡La campana debe sonar!
El duende lo miró divertido y le dijo, socarrón:
-Me parece, amiguito, que no vas a ningún sitio. Eres mi prisionero.
Braulio intentó abrir la puerta, pero no pudo.
-Es inútil, mi prisionero. Tengo la llave y sin ella no podrás abrirla. Ninguna ganzúa podrá. El hechizo de magia que le he puesto a la puerta, no lo tira ni una bomba.
Braulio miró suplicante al malvado duende:
-Por favor, déjame ir. Si la campana no suena a las doce en Villanadal, el pueblo desaparecerá, debido a su pena.
-Los prisioneros de Boruburus, el duende, no escapan jamás de él. Compréndelo muchacho, tengo mi reputación.
Braulio estaba desesperado, el camino hasta Villanadal, tenía por lo menos dos horas de camino, hacia el norte. Y había venido andando. Eso, si las condiciones climáticas lo permitían, claro. Y le parecía que había nubes, camino de Villamercado. Aunque, de pronto se dio cuenta de algo.
-¿Estoy en Villamercado?
Boruburus dijo:
-No. Estás en mi guarida. A una hora de camino.
-¿Al norte?
-No, al sur.
Dios mío, otra hora. Llegaría, a las once. Eso, contando con que tardara menos de una hora en escapar y contando con que la nieve no hubiera caído.
-Además –dijo, en sentencia Boruburus-, ha caído una nevada muy grande. No creo, que quieras intentar ir para allá. Sobre todo si has venido andando.
Braulio acusó el golpe. De todas formas, intentó una última estrategia:
-Los frailes, con los que vivo, ya me habrán empezado a buscar. Me encontrarán.
-Te equivocas, mi pequeño prisionero –dijo Boruburus-. Mi cueva no se ve, debido al hechizo que la protege. Así que, sintiéndolo mucho, no podrás tocar esa campana.
Y diciendo esto, se dio media vuelta y abandono las mazmorras cerrando la puerta tras de sí, con la llave que llevaba.
Braulio se dejo caer al suelo.
Todo estaba perdido. Villanadal moriría de pena y desaparecería, por su culpa. Porque la campana debía sonar y, solo el podía hacerlo. Y él, no estaría allí para hacerlo posible.
Miró por unos barrotes en la pared, que daban y se entristeció, por su libertad perdida y lo que ello supondría, para Villanadal.
Entonces, se puso a llorar de pena.

5

Braulio despertó, porque le pareció oír un ruido afuera. Entonces, una voz le habló, por los barrotes que daban afuera.
-¿Cómo estás, Braulio?
Braulio vio como el autor de la voz se dejó ver: Era un niño de unos ocho años. Vestía como un pastor y portaba colgado de su cuello un viejo tambor.
-Estoy… estoy bien –dijo Braulio, aun algo dormido. Entonces, miró su reloj y vio que eran las diez y media. Entonces, se dio cuenta, de lo que pasaba y añadió-: ¡Estoy atrapado por Boruburus, el duende! He de estar en Villanadal. La campana debe sonar, a las doce de hoy.
-Lo se, Braulio. Lo se. Tranquilo. Échate atrás.
Braulio obedeció y el pequeño tamborilero comenzó, a hacer sonar su tambor. Entonces, la mazmorra y la cueva, comenzó a desaparecer y en unos segundos, Braulio se encontró fuera, al lado de su pequeño salvador. Pero lo que vio delante de él, le hizo caer el alma a los pies: Varios metros de nieve bloqueaban el camino, hacia Villanadal.
-¿Cómo haremos, para ir hacia Villanadal, en menos de tres horas?
-Tranquilo, Braulio –dijo el pequeño tamborilero-. Déjame hacer a mí.
El pequeño tamborilero comenzó a tocar su tambor y ocurrió algo mágico: la nieve empezó a derretirse.
-Sígueme, Braulio. Te aseguro, que hoy la campana sonará en Villanadal.
El campanero le hizo caso y vio como a su paso, la nieve se deshacía, con el sonido mágico del pequeño tambor y como cada paso que daban, parecían tres y a un buen ritmo.
Quizás, habría milagro.

6

Los frailes, así como el pueblo entero, en efecto se habían puesto a buscarle, pero no le habían encontrado, por lo que al cogerse la nieve, tuvieron que buscar refugio, apesadumbrados, en la iglesia y en sus casas.
Y cuando vieron que llegaba Braulio, acompañado por un pequeño pastorcillo que tocaba un tambor, se volvieron locos de contentos y salieron a recibirle. Todos llevaron, a sus dos salvadores en hombros a la iglesia, como a sus héroes. A Braulio, porque gracias a él la campana sonaría hoy de nuevo en Villanadal, y al pequeño tamborilero, porque gracias a él, Braulio, podría hacerla sonar.
Braulio y el pequeño tamborilero subieron corriendo al campanario. Eran las doce menos cinco minutos. Extrañamente, tras un viaje a pie tan largo, ninguno de los dos estaba cansado.
Llegaron al campanario a las doce menos un minuto. Braulio agarró el cordel de la campana y mirando a Villanadal, que se había reunido como cada noche del 24 de diciembre junto a los frailes, a los pies de la iglesia, tiró de él e hizo sonar la campana cuando dieron las doce.
Villanadal entero vitoreó la llegada de la Navidad.
Cuando Braulio dio los doce toques que daban paso al 25 de diciembre, día de Navidad, miró a su salvador y dijo a los habitantes de Villanadal:
-Hoy, he podido hacer esto, gracias a mi amigo el pequeño tamborilero. Hoy, este toque, con vuestro permiso, va dedicado a mi salvador.
Villanadal entero aprobó este gesto, así como los frailes.
-Una última cosa –dijo Braulio, en voz baja-. ¿Qué pasó con Boruburus?
El pequeño tamborilero sonrió y dijo:
-Es un duende malvado. Ha desaparecido. Pero volverá a hacer de las suyas. De todas formas, ahora ya sabes, quién es. Ya no te podrá engañar.
Braulio sonrió:
-Gracias.
El pequeño tamborilero dijo:
-Bah, no es nada. Es Navidad.
Braulio ofreció su mano y él se la aceptó. Y los dos se fundieron e un abrazo, que Villanadal pudo ver y que también vitoreó.

martes, 22 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE NAVIDAD: LA MAGIA DE LA NOCHE


Hola, a todos.
Os traigo otra historia de las mías, que hice hace tiempo.
En ella, quiero reseñar, que si hay algo que pueda parar un enfrentamiento bélico, esa es la Navidad. Ojala un día, el mundo se de cuenta, de que la guerra no es solución, sino el dialogo y la paz.
Espero que os guste. Se llama:

LA MAGIA DE LA NOCHE

“TODO ESTA BIEN
ES LA MAGIA DE LA NOCHE”

(ENYA “THE MAGIC OF THE NIGHT”)

1

Mi mundo está en guerra. Bombas a mi alrededor. Obuses y misiles, son mis compañeros de mí día a día.
Eso, me debería de importar.
Y de hecho me importa, pero…
Asomado a la ventada, un niño, de mi edad, solo piensa en una cosa…
¿Dónde están mis padres?

2

Sí, allí me dijeron que corría peligro. Pero, no podía estar sin ellos.
Y ahora, allí, es aquí.
He vuelto. Estoy en casa.
Entré, por una ventana, por la ventana. Por la misma ventana que usaba, para escaparme a jugar, cuando tenía que estudiar. Se abrirla desde fuera y desde dentro. Y…
Bueno, esperaba encontrar la casa, más o menos como me la encontré, después de aquel bombardeo, que la dejo casi para el arrastre y que seguramente tendremos que arreglar, si es que esta guerra, nos deja.
Pero, es que mis padres no estaban allí.
No había ni rastro de ellos.
Busque en toda la casa, meticulosamente, por si se habían escondido en algún armario.
Nada.
Como última opción, me fui al sótano.

3

Allí, fue donde se me cayó la esperanza y el alma a los pies. Pues, vi a Rortz caído en el suelo.
Me acerqué a él.
Rortz era un viejecito muy simpático. Con una barba muy blanca y algo regordete. Yo me reía de él, diciéndole que se parecía a Papá Noel. Es amigo de mis padres, desde hace mucho.
Cuando me acerqué me di cuenta de que estaba herido- una bala se había alojado en su hombro y perdía sangre muy deprisa.
Cuando me vio me dijo, muy débilmente:
-Josh, ¿qué haces aquí? ¿Cre…creía, que estabas en casa de tu tía Folia.
Ese nombre, me trajo malos recuerdos. Esa mujer horrible, que me había condenado a estar sin cenar en Nochebuena, por que según ella había sido el culpable de la última travesura de sus hijos: soltar a sus pájaros. Claro, quién iba a creerme a mí, estando ellos para ser creídos primero. Por eso, me escapé, de allí. Menos mal, que me pude subir al carro de un granjero, que me creyó, pues conocía a mi tía y n ole caía muy bien. Me dejó en m mi misma ciudad.
-No hables, Rortz. Estás herido- dije. Entonces, me quite las mangas de la camisa e hice un torniquete en el brazo y otro encima del hombro, para parar la hemorragia.- ¿Dónde están mis padres? ¿Qué ha pasado? – le pregunté mientras le ponía mi chaqueta a modo de almohada, para que descansara la cabeza.
Rortz, hizo un esfuerzo por hablar, pues aunque parecía que no era grave, si lo era su perdida de sangre.
-Los soldados vinieron y se los llevaron. Intenté evitarlo y me pegaron un tiro en el hombro. Aquí he estado desde entonces. Tirado, sin que nadie me ayudara.
Me creía morir. Mis padres prisioneros de los soldados. Probablemente estarían ya muertos. Acaricie al viejo y bueno Rortz. Casi pierde la vida, por ellos.
-Descasa, viejo amigo –le dije. Y me di la vuelta, para mirar por la ventana.
Mi mundo envuelto en llamas. En las llamas de la ira, en una terrible hoguera de prepotencia militar, que estaba ahogándonos, a todos poco a poco.
Hoy es 24 diciembre y quisiera saber, dónde se ha ido mi felicidad. Dónde se la han llevado los soldados. Qué han hecho, con ella..
¿Dónde están mis padres?
Entonces, intenté apelar a mi última oportunidad.
No sé, si la gente cree en eso, pero yo si. Siempre lo he hecho.
Y hoy voy a demostrar, por qué
Es hora de escribir dos cartas.

4

No se, si habrá sido buena idea lo que he hecho. Mi paloma Searcher[1], entre tanta guerra, ahí fuera. Pero la misión es clara. Ella vuela y quizás pueda encontrarlos pronto. Aunque hace ya dos horas que use fue. Yo he estado intentando socorrer al bueno de Rortz, como he podido. He limpiado la herida de la bala, con agua oxigenada y le he puesto una venda muy fuerte. Menos, mal, que la bala le ha atravesado y nos esta dentro. Con un poco de su ayuda, he conseguido levantarle del suelo y le he acostado en una cama, para que descansara. En la mina. Donde mis padres tantas veces me han cuidado, cuando estaba enfermo.
Dios mío.
¿Dónde están mis padres?

5

Un ruido, en la puerta, me despierta, me he quedado algo transpuesto. Tengo lágrimas secas en mi cara. Creo, que me he quedado dormido, mientras lloraba.
Por debajo de la puerta, alguien ha pasado una nota.
Me acerco, con precaución. En estos tiempos, no hay que fiarse mucho.
Cojo la nota del suelo y la leo:
“JOSH
SAL
TE ESTAN BUSCANDO"
Mi tía me ha encontrado.
No me puedo ir, y dejar aquí al pobre Rortz.
No me iré con esa mujer tan odiosa.
Pero, algo me hizo abrir la puerta.
Y la abrí.
Y…
El mundo volvió a ser de colores.

6

Mis padres estaban allí y tres figuras se alejaban a los lejos, en camellos y una por el aire en un trineo tirado por renos.
Creo, que ni todo el frío del mundo hubiera conseguido congelar mis lagrimas, por que el amor y la alegría que emanaban, era de una calidez, capaz de derretir cualquier tipo de hielo, frío y heladez.
-¡¡Mamá, papá!!
Creo, que en mi vida me había abrazado tanto a alguien, como lo hice con ellos. Caímos en la nieve. Abrazándonos, con amor.

7

Esa noche, la pasamos en familia. Gracias a mis primeros auxilios y a los cuidados posteriores de mis padres, el bueno de Rortz se curó.
Respecto a lo que pasó, bueno, mis padres solo recuerdan que de pronto, un trineo aterrizó y tres camellos lo acompañaban. Montados en ellos, se hallaban Papá Noel y los tres Reyes Magos. Los soldados se quedaron helados de asombro, incapaces de respirar y todos sus prisioneros, pudieron ser liberados.
Trajeron a casa a todos, como repartiendo los mejores regalos del mundo, a los que sufrían por sus seres queridos.
Yo solo sé, que aun es Nochebuena y que en una hora será Navidad.
Y que ahora, es cuando puedo entender y disfrutar, algo que no podría de otra forma:
La Magia de la Noche.

[1] BUSCADORA

SORTEO DE NAVIDAD. LISTADO DE PREMIOS GORDOS

Hola a todos
Bueno ya ha salido todos los premios gordos y aquí os los traigo calentitos.
Miraré la pedrea, porque me parece que na de na, o como dicen aquí en Valencia, res de res. Aunque, eso si, pido salud, para que podamos todos celebrarlo el año que viene.

1º PREMIO, GORDO DE NAVIDAD, GROSSA DE NADAL
78294 A las 11:38 h.

2º PREMIO
53152 A las 11:41 h.

3er. PREMIO
10104 A las 09:47 h.

4ºs PREMIOS
29013 A las 09:29 h.
69393 A las 10:38 h.

5ºs PREMIOS
43802 A las 09.39 h.
51972 A las 09:42 h.
77607 A las 09:44 h.
49271 A las 10:08 h.
57580 A las 10:53 h.
31821 A las 11:03 h.
06679 A las 11:50 h.
34030 A las 12:26 h.

Y yo me voy a mirar la pedrea
Besitos

EL SORTEO DE NAVIDAD


Hola a todos
Acaba de comenzar el Sorteo de Navidad y os deseo suerte para todos
Que recuerdos, madre mia.
De las tradicionales pesetas, hemos pasado a los euros. Y aunque suenan muy bien tambien, la verdad es que prefiero como sonaban las pesetas.
Para mi, este es el comienzo oficial de la Navidad.
En fin, lo dicho, suerte para todos.
Besitos

MEDIANOCHE MUSICAL NAVIDEÑA: "IN DULCI JUBILO" MIKE OLDFIELD


Hola a todos.
Hoy en Medianoche Musical Navideña, os traigo al tito Mike, con un tema original, ni más ni menos que de Johann Sebastian Bach, llamado "In Dulci Jubilo", y que el tito versionó, de esta maravillosa manera.
Un besito y a disfrutar este video, en versión Navideña.


lunes, 21 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE NAVIDAD: LA CHIMENEA MAGICA

Hola, a todos.
Hoy os traigo una historia mia, de hace tiempo, que se mueve entre las ganas que todos hemos tenido, y aun tenemos, de ver un día, a Papá Noel o a los Reyes Magos y el agradecimiento, a quien se quiere de verdad.
Espero que os guste. Se llama:

LA CHIMENEA MAGICA


ESTOY SEGURO DE QUE
TODOS Y ABSOLUTAMENTE CADA UNO
DE VOSOTROS HA QUERIDO SIEMPRE
DE PEQUENOS VER A LOS REYES MAGOS Y...
A PAPA NOEL
YO TAMBIEN

JUAN PABLO ESTEBAN CONDE

1

La chimenea de su casa ya no tenia fuego. Bueno, la verdad es que era difícil que todos los días lo hubiera. Perteneciendo a la clase baja de un pequeno pueblecito como en el que vivía, no era fácil encontrar lena. Y la verdad es que no era muy normal, puesto que en los pueblos siempre hay bosques y por lo tanto madera disponible para poder hacer lena. Pero, como dice el refrán, donde hay patrón no manda marinero. Y cuando el bosque tiene dueno, un terrateniente de la zona, la cosa se pone harto difícil. Aunque hoy si que había habido lena. Sus padres se la habían dejado para que no pasase frío. La habían ganado trabajando para dicho terrateniente, en su bosque, como hacían tantas y tantas personas. Ese había sido parte de su jornal. Eso y su salario por supuesto. Trabajaban de lenadores. Desde la manana a la noche. Y hoy habían trabajado duro. El terrateniente había accedido a la petición popular de que al día siguiente les diera libre. Era Navidad. Así podría estar con su familia, les había dicho. Eso y que disfrutaran, pues el día 26 tendrían que recuperar, lo que librando ese día, llevaban de retraso. El terrateniente les regalaba lena dos veces por semana, a sus trabajadores. Y hoy, Nochebuena, había sido uno de esos días. Como todas las Nochebuenas, sus padres le habían dejado la lena encendida antes de irse a acostar. El se quedaría a esperar a Papá Noel. Nunca lo había visto. Siempre se quedaba dormido y amanecía en su cama tapado pues, su madre, siempre lo recogía en brazos y lo acostaba. Rom se envolvió en la manta que lo mantenía calentito y se acercaba a las brasas que, aun calientes, le abrigaban del frío. Sus padres siempre le regalaban algo pequeno y humilde. Juguetes que eran viejos y que compraban en la Beneficencia, por poco dinero, pues el jornal que ganaban con su trabajo, solo les daba para poder comer cada día.
Había apagado las brasas por la sencilla razón de que Papá Noel bajaría por la chimenea y, claro, si veía fuego quizás pasase de largo y no bajara. Eso no estaría bien. Pues tendría que esperar hasta el ano que viene para poder volver a verlo. Y él tenia algo importante que pedirle. Y no era para él.

2

Un ruido despertó a Rom. Venía, o al menos eso parecía, de la mismísima chimenea. De pronto, cayó algo de hollín, sobe los troncos, aun con algo de brasas. Algo, o alguien, trataba de bajar por ella. Rom se atrevió a mirar por ella. No podía ver nada, así que iluminó con su candil el hueco de la misma. Al momento, el ruido cesó. Parecía, como si hubieran dejado de bajar. Rom se quedó escuchando durante unos momentos, esperando a que ese ruido siguiera. Pues, creía saber a quien pertenecía su autoría.
Pasó un rato y después otro. Rom, por mas que se empenaba, no podía ver quien era, a pesar de tener iluminado el hueco de la chimenea. Se echó para atrás y se sentó. AL momento, el ruido comenzó a oírse de nuevo. Al momento, Rom se dio cuenta de cual podía ser la respuesta al enigma. Acercó de nuevo el candil al hueco de la chimenea y al momento el ruido dejo de producirse y el hollín de caer.
Apartó el candil y el ruido comenzó de nuevo.
Rom sonrió. En efecto, sabía de sobra quien bajaba por la chimenea.

3

Los padres llevan los regalos de los ninos a sus camas, o los dejan bajo el árbol de Navidad. Sí, los ninos creemos que es Papa Noel o los Reyes Magos. ¿Por qué no? Sonar es gratis y la dulce magia de la Navidad es hermosa. Pero, Rom tenía otra teoría. Y ahí estaba Papá Noel, para corroborársela.

4

Las chimeneas no eran ningún problema. Llevaba toda su vida, y era larga y extensa, bajando por ellas. Pero, lo malo era cuando estaban encendidas. Aunque esta no lo estaba, gracias a Dios. De todas formas, creía tener abajo a un buscador de Papa Noel. Uno de esos ninos que quieren saber qué aspecto tiene Papá Noel. Que no es nada malo ni reprochable. Es mas, es normal. Pero, lo bonito era imaginar uno mismo a Papá Noel. Aunque, la verdad, tras tanto tiempo, le parecía que no era nada del otro mundo: Regordete; con pelo blanco, cuya continuación consistía en una inmensa barba del mismo tinte; vestido de rojo con ribetes blancos; un cinturón negro, que rodeaba su inmensa barrigota y ese inolvidable para todo el mundo, gorro rojo con ribete y bola blancos. Un día, un nino le había dejado una nota, agradeciéndole los regalos y peguntándole si esa bola, era en verdad de nieve. La curiosidad de un nino es impresionante. Sobre todo la de Rom. Seguro estaba, de encontrárselo dormido como cada Nochebuena, envuelto en mantas. Previamente habiendo apagado las brasas. Pero, ese juego de luces le había desvelado que no. Es mas, creía haber perdido el factor sorpresa. Bueno, ¿qué había de malo en dase a conocer a un nino? ¿Qué había de malo en cumplir su sueno de verlo? Sonar es bonito y hacer realidad esos suenos mejor todavía.

5

Rom se escondió, tras el tresillo que se hallaba al lado de la chimenea. Ese tresillo viejo, de color granate y beig, donde se sentaba con sus padres, cuando hacía frío, para calentarse en el fuego y en el cual había estado sentado toda su espera, hasta que Papá Noel había llegado, envuelto en su manta. Un pie, acompanado de una pierna regordeta, apareció por la chimenea. Dicho pie aterrizó, sobre los troncos. Luego llegó el otro pie y la otra pierna. Pronto llegó la barrigota. Sacando la cabeza con cuidado, Papá Noel apareció en el salón. La casa estaba amueblada de manera sencilla y humilde. Así era esta casa, humilde y sencilla. Casa de padres, cuya vida se la ganaban trabajando.
-Hola. ¿Eres Papa Noel, no?
El aludido se dio como tal y dirigió su mirada a su interlocutor. Ante sí, vio al nino de cinco anos que conocía. De revolucionado pelo castano, ojos marrones y curiosos y ese pijama color blanco grisáceo algo usado por el tiempo.
-Sí. Lo soy. Y si no me equivoco, y creo que no, tú eres Rom, ¿no?
Rom sonrió.
-Sí lo soy. ¿Conoces mi nombre?
-Sí, por supuesto que lo conozco. Yo conozco el nombre de todos y cada un de los ninos del mundo. Lo que es justo, ¿no te parece? Ya que todos y cada uno de ellos conocen el mío.
Rom se quedó pensativo un momento y al final dijo muy serio:
-Tienes razón, muy justo.
Papá Noel rió la sinceridad de Rom, a la hora de haberle dado la razón. Al momento dijo:
-Creo, de todos modos, que son horas de estar en cama ¿no? Los ninos buenos se van a dormir pronto, para que Papá Noel les deje regalos.
Entonces, Rom le preguntó de nuevo muy serio:
-¿Conoces a algún nino que no halla intentado al menos quedarse despierto parar conoce a Papá Noel?
Esta vez, Papá Noel rió agusto, la ocurrencia del muchacho.
-Tienes razón, Rom. Mucha razón. Bueno, pues ya me has visto –dijo Papá Noel, y giró sobre si mismo-. ¿Y bien? ¿Qué te parezco?
Rom clavó sus ojos en la figura enorme y roja de Papá Noel.
-La verdad es que me parece genial. Pues me hacía ilusión conocer a Papá Noel, hacía muchísimo tiempo. Pero, hay otra razón, por la que es genial conocerte.
Papá Noel notó cierta seriedad, mas de la habitual en Rom. Entonces, se dio cuenta de que lo que pretendía contarle el muchacho era importante.
-Tú dirás, Rom.
-¿Nos sentamos? –dijo Rom, senalando el sillón.
Papá Noel aceptó el ofrecimiento.

6

-He de pedirte algo que no es para mi. Veras, mis padres siempre me han comprado cosas, por estas fechas. Y aunque sean cosas viejas, el hecho de que sea pequeno no me impide darme cuenta del carino con que me lo regalan, y la pena y rabia que sienten al mismo tiempo por no poder comprame algo mejor, más nuevo. A mi, si te soy sincero, me da igual. El regalo viene de ellos y eso es lo más importante para mí. Y ese regalo, unido a su carino, es lo mejor que nadie me podría regalar todas las Navidades. Y yo sé que tú haces que todos los anos todos los ninos tengamos regalos. Y que cumples los deseos de los ninos de buen corazón. Y que si yo quisiera tú harías por que yo tuviera un regalo mejor. Pero, prefiero ser así, sencillo y humilde como mis padres. Por que si ellos no pueden tener algo mejor, yo tampoco lo necesito. Pues es su carino y su amor lo que me hace falta y lo que en realidad mas quiero. Por eso, quisiera que dejaras algo para mis padres. Creo, que se lo merecen. Mi madre necesita una bufanda nueva, pues la que tiene esta algo vieja y tiene muchos descosidos y agujeros, por lo que le entra el frío por todos los sitios. Y mi padre unos guantes nuevos, pues los suyos están también desgastados, de trabajar en el bosque con ellos. Si hiciera falta sacrificarme y quedarme yo sin regalos, me daría igual, pues como te he dicho antes, su carino es lo que realmente me importa. Ellos lo dan todo por mi. ¿Puede ser? ¡Por favor, Papá Noel! Por favor.
Papá Noel se quedó sorprendido por la petición de Rom. Pero al momento, dijo:
-Veo, de un rojo cristalino tu corazón, joven Rom. Ve a dormir. Que yo me encargo del resto.
-Gracias –dijo el nino y le plantó un fuerte beso en la barba, para después encaminarse a la cama, envuelto como siempre en la manta.

7

El día despuntaba. Era Navidad. Rom se levantó y como una flecha se fue hacia el viejo árbol de Navidad. Sus padres se le habían adelantado y miraban atónitos, dos paquetes, envueltos con mimo.
Su padre era un hombre delgado, pero de constitución fuerte y recio pelo moreno. Su madre, una mujer de pelo rubio y largo, con la piel del color de un campo de espigas al atardecer.
Rom vio que Papá Noel le había concedido su peticion. Era feliz.
-No me miréis así, papa, mamá. ¿Acaso no merecen los mejores padres del mundo un regalo en Navidad? ¡Feliz Navidad! Os quiero.
Y les abrazó y besó fuertemente.
Sus padres no pudieron mas y abrazaron a su hijo, llorando emocionados.
-¡Feliz Navidad, hijo! –dijeron los dos a coro, con la voz entrecortada por la emoción.

8

Al lado del árbol había otro regalo. Era para Rom. Se trataba de un jersey, de lana color pardo, para que estuviera abrigado en el invierno, que se desvelaba crudo en el pueblecito donde vivían. Era Navidad. Pero, en el corazón de Rom y de sus padres, siempre haría calor.

sábado, 19 de diciembre de 2009

HISTORIAS DE NAVIDAD: UNA VELA PARA JESUS


Hola, a todos.
Hoy os pongo una historia, que hice hace tiempo, inspirándome en uno de los villancicos mas bellos, que existen: "El Tamborilero".
Nuestra heroína, Nadal (Navidad, en valenciano), pretende llevar una vela a Jesús.
Con esto intento reseñar, que el mejor regalo es el cariño, con que se hace dicho regalo. El amor, por el que se hace ese regalo y no el regalo en sí. Es Navidad y el amor, la paz, el cariño, la familia y los amigos son lo que mas cuenta.
Espero que os guste. Se llama:

UNA VELA PARA JESÚS


YO QUISIERA PONER A TUS PIES,
ALGÚN PRESENTE QUE TE AGRADE, SEÑOR,
MAS TU YA SABES QUE SOY POBRE TAMBIÉN
Y NO POSEO MAS QUE UN VIEJO TAMBOR
ROPOPOMPOM, ROPOPOMPOM
CUANDO DIOS ME VIO TOCAR JUNTO A EL
ME SONRIÓ

EL TAMBORILERO

1

Nadal se puso el viejo y raído chal a la espalda y se abrigó lo que pudo, con él.
Salió a la noche fría y el viento le recordó, que el invierno ya estaba allí.
Se hallaba en un pueblecito, cercano a Belén.
Parecía que la noticia era ya un hecho. O al menos eso decía la gente. Había nacido el Salvador. El llamado Rey de Reyes. El Rey de la Paz y el Amor.
Y sus padres María y José, le habían puesto de nombre Jesús.
El invierno fue el que le hizo pensar, la idea que se le había ocurrido: Ya que todos le iban a llevar un regalo y ella no tenía apenas nada, ya que era pobre, decidió que le iba a llevar una vela, para que tuviese calor. Llevaba una cerilla, la única que le quedaba, para encenderla. Tampoco tenía leña. Por lo que tan solo tenía esa vela y esa cerilla, para llevar a cabo su cometido: que Jesús no pasara frío esa noche, aunque fuera solo al amor de la llama, de esa la pequeña vela.
Dicen que el que da lo que tiene no miente. Y ella iba a llevar lo que tenía. No le quedaba comida. El agua la sacaba de un pozo, al lado de su casa. Pero, con las heladas que caían últimamente, era difícil, que no estuviera congelada. Así que, con esa vela, esa cerilla y esa esperanza puesta en recorrer el largo y difícil camino, debido a la fría noche, hasta el portal, donde decían que había nacido Jesús, Nadal se puso en camino.
Su pelo se hallaba cubierto, por un gorro de lana, viejo y usado, pero que sin él su cara y sus orejas se hubieran congelado. Su asimismo, raída bufanda, un par de guantes de lana, una falda larga, unas polainas, unos calcetines, también de lana y un par de botas viejas, completaba la ropa de abrigo, de la joven.
-Allá voy, Jesús –dijo, para sí misma Nadal-. Allá voy.

2

El suelo parecía un colchón de nieve. Blanco y reluciente, brillaba a la luz de la luna, que llena brillaba en el cielo. Pero, el viento arreciaba y poco a poco, Nadal comenzó a tener bastante frío. Se arrebujó, en el chal, metiendo su cara, prácticamente por entero en la bufanda y cuidando que sus orejas y cabeza quedaran totalmente tapadas por sus orejas. La falda rozaba la nieve y Nadal cuidaba asimismo, de que sus botas no se metieran en ningún charco helado, durante el camino. No quería resbalar. Una caída en el hielo y podía hacerse mucho daño. Y no se veía a nadie en el camino, que pudiera socorrerla, si eso pasaba. Quizás, todos estaban ya dando esos regalos a Jesús, mientras ella ahí seguía, intentando llegar a Belén y a ese portal.
En el camino, se preguntaba cómo se abrigaría Jesús. De seguro que su madre, María le tenía un fuego allí. Probablemente, su vela no hiciera falta. Pero, ella quería verle y a través de su regalo, que el niño viera que le quería. Además seguro que también, ya le habrían puesto algo de ropa, para que el niño no pasase frío.
En estos momentos, se hallaba en estos pensamientos, cuando comenzó a nevar.

3

La nieve, unida al frío y fuerte viento, poco a poco hicieron mella en Nadal. La joven luchaba como podía, contra ellos, no solo para poder seguir adelante, sino para poder siquiera, seguir de pie.
Nadal pensaba en Jesús. Si en Belén nevaba así de fuerte, quizás ese fuego que en un principio se había imaginado, no pudiera estar ardiendo por culpa del temporal.
-Tengo que llegar –se dijo, mientras intentaba seguir andando, a pesar del fuerte y frío viento al que tenía que enfrentarse-. Tengo que llegar.
Pero el viento redobló su fuerza y la hizo caer. Se levantó como pudo y, metiendo su cabeza aun mas en al bufanda, intentó oponerse a la fuerza de ese viento. Pero apenas podía caminar. Era como si hubiera una fuerza que la impidiera avanzar. Como si estuviera intentando derribar una pared intentando empujarla. Asimismo, la nieve apenas la dejaba ver lo que había delante de ella. Nadal cayó de nuevo e intentó levantarse como pudo, para seguir adelante con su camino. Pero cuando lo había logrado y se disponía a dar el primer paso, el viento la derribó de nuevo. Nadal se vio sin fuerzas. El viento soplaba con fuerza inusitada a su alrededor. La nieve se había cogido con más fuerza aun si cabía. Poco a poco el frío la fue debilitando mas y mas. Nadal vio como su caja de cerillas se hallaba en la nieve. La nieve la tapaba, poco a poco. Nadal la cogió en sus manos y comprobó que se había mojado. La cerilla también se había mojado. Buscó como pudo la vela en el bolsillo de su falda y no la encontró. Quizás se había caído en la nieve. Miró a su alrededor y bajo ella, pero no la vio. Quizás la nieve ya la había tapado. A saber dónde estaría ahora.
-Perdóname Jesús –se dijo, llorando-. Te he fallado. Perdóname, por favor.

4

-Yo solo quería llevar una vela a Jesús –se dijo, mientras no dejaba de llorar-. Solo quería que no pasara frío. El frío que hace esta noche. Y él acaba de nacer. Pobrecito. Dicen que sus padres son pobres. Y aunque me consta que algo de ropa tendrán y que se habrán metido dentro del portal, para proteger a su hijo y de paso a ellos mismos, de la nieve, él es tan pequeño... Acaba de nacer... Por favor Dios mío... Ayúdame a llegar, hasta él... Ayúdame...
Poco a poco, Nadal se fue quedando dormida. La nieve a su alrededor la iba cubriendo, mientras el viento rugía helado...

5

Nadal sintió calor bajo su cuerpo. Un calor especial. De esos, que son como una caricia. Una linda caricia, que te hace acurrucarte, como cuando te metes en la cama y calentito, te tapas con las mantas y la sabana. El viento que soplaba, a su alrededor ya no era helado, sino cálido y aunque soplaba con fuerza era una fuera amable. Exenta de la violencia aterradora con la que soplaba antes. Poco a poco se atrevió a abrir los ojos y miró a su alrededor. El suelo estaba muy abajo. Un manto increíblemente blanco. Seguía siendo de noche.
Avanzaba. Dedujo, que estaba volando. Que algo o alguien la llevaba volando. Pero, ¿cómo podía ser eso?
-Hola Nadal, parece que te has despertado ya.
Nadal había oído aquella voz, llena de calidez y bondad y, algo asustada, miró a su alrededor, para descubrir de donde podría venir.
-No te asustes. Soy yo. La Estrella de Oriente.
Entonces, se dio cuenta de donde estaba. Su cuerpo se hallaba sobre una superficie blanco amarillenta. Suave y cálida al tacto. Y con un brillo increíble, pero nada molesto a los ojos.
-Te vi abajo en la nieve. Estabas semi cubierta por la nieve y casi, casi congelada por el frío. Te recogí, te subí a mis espaldas y hasta ahora, has estado inconsciente. Sinceramente hubo un momento, en que creí que el calor de mi cuerpo ya no te podría reanimar.
Nadal se atrevió a hablar, pues la Estrella de Oriente le inspiraba confianza.
-Me has salvado de una muerte segura, Estrella de Oriente. Gracias.
-No hay de qué. Ha nacido Jesús. Y hay que celebrarlo.
Nadal puso cara de pena.
-¿Qué te aflige pequeña?
-Llevaba una vela para Jesús, para que no pasara frío. Solo tenía una cerilla, para encenderla, pero confiaba en conseguir una llamita para él, para que no pasara frío. Sobre todo, después de cómo se había puesto el tiempo. Soy pobre y no tenía nada que llevarle que mereciera la pena. Pero, cuando caí por segunda vez, la caja de cerillas se me mojó con al cerilla dentro y no encuentro la vela. Ahora, no tengo nada que llevarle a Jesús. Y me hacía tanta ilusión verle y llevarle algo, para que vea lo que le quiero...
Y entonces Nadal, se echó a llorar desconsoladamente.
-Nadal, no te preocupes. Yo te llevaré hasta Jesús. Y verás como no te hacen falta ni esa vela ni esa cerilla, para regalarle ese calor que quieres darle.
Nadal dejó de llorar y levantó su linda carita, con los ojos arrasados aun en lágrimas, que rodaban por sus mejilla.
-¿A qué t refieres?
-Espera y verás. Ah, ya estamos llegando. Agárrate. Vamos a descender.
Nadal se agarró al cálido cuerpo de la Estrella de Oriente y esta empezó el descenso. Bajo ella se veía un portal, de lo más humilde.

6

Cuando Nadal bajó de la Estrella de Oriente, ante ella se encontró un pesebre, bastante humilde. A su entrada, se encontraba un pastor, que se apoyaba en un largo bastón, terminado en espiral en su parte superior. A su lado se encontraba sentada en un asiento de piedra, una mujer, con una toca blanca, con ribetes azules. Ambos, miraban con celo a un recién nacido, de pelo largo rizado y ojos angelicales, brillando en una angelical carita. Una serie de pastores, y demás gente del lugar se hallaba ante él, arrodillada mostrándole sus regalos y adorándole.
-Mira –dijo la Estrella de Oriente-. Han venido los Reyes Magos. Son de donde yo vengo: de Oriente. Seguro, que me han seguido.
En Efecto, tres personas, acababan de llegar, en tres camellos y le ofrecían a Jesús tres cofres, con oro, incienso y mirra.
Nadal vio preocupada esos regalos y preocupada, dijo a la Estrella de Oriente, que se hallaba ya, sobre el pesebre:
-Yo no tengo nada y ellos le están regalando oro, incienso y mirra.
La Estrella le dijo:
-Tú acude y abre tu corazón a Jesús, a María y a José.
Nadal se acercó y cuando llegó ante Jesús, se arrodilló y le dijo:
-Hola Jesús, me llamo Nadal. Vengo de lejos y traía una vela y una cerilla para encenderla, con el fin de regalártela para que no pasases calor. Soy pobre y no tengo nada que merezca la pena regalarte. Pero una terrible ventisca me alcanzó en el camino y me hizo caer al suelo. Perdí la vela y la caja de la cerilla se me mojó con la cerilla dentro. De no ser por la Estrella de Oriente, ahora estaría congelada. Y ahora no tengo nada que regalarte. Siento que te he fallado. ¿Podrás perdonarme?
María viendo como la chiquilla había abierto su corazón se acercó a ella y levantó con dulzura su rostro anegado en lágrimas.
-Nadal –le habló con voz dulce-. Creo, que se como podrías completar con éxito tu misión.
Nadal la miró, sin comprender.
-Coge en brazos, a mi hijo y lo sabrás.
Y María tomó a Jesús en brazos y se lo ofreció a Nadal. La joven, lo tomó en sus brazos. Jesús se abrazó a ella, con dulzura y firmeza. Nadal al notar ese abrazo, con el que Jesús le correspondía. Le estrechó con toda la ternura de que fue capaz. Entonces, lo entendió todo: No necesitaba la vela, ni la cerilla para dar calor a Jesús. Le bastaba con su cariño. Entonces, lloró de nuevo. Pero esta vez de alegría. Y miró a María y a José, que satisfechos le sonreían. Luego, miró a la Estrella de Oriente que le había salvado la vida y que le envió un fulgor aun mayor, a modo de aprobación. Y Jesús apoyó su linda cabecita en el hombro de Nadal y, con un dedito en la boca, plácidamente se durmió. Pues, no olvidemos que era su primera noche de vida y estaba cansado, de tanto ajetreo. No obstante, acababa de nacer.