Escuchando el piano al final de la intro del Tubular Bells IV, me ha dado por pensar.
Por pensar en cada momento de la carrera del de Reading. Que es también pensar en cada momento, que su música, su arte ha influido en la vida de cada uno de nosotros, sus fans.
Creo que ese piano humaniza a Mike Oldfield.
Y aunque me gustaría que nos sorprendiera a todos completando el Tubular Bells IV, si esto es definitivamente el final de su carrera, no encuentro final más bello.
Es escuchar esta especie de puerta a la nostalgia, porque es lo que me evoca, y pensar en cada momento, cada instante en el que el tito Mike sacaba disco, lo compraba, lo llevaba a casa y lo escuchaba.
Cada investigación por saber algo más algo nuevo de su carrera.
Sabemos que cuando se nos vaya, no habrá otro igual, porque cuando nació el molde se desintegró por completo.
Yo puedo decir, que estoy extremadamente orgulloso de ser un fan de Mike Oldfield, con sus virtudes y sus defectos.
Habrá gente, los oídos de trapo no lo dudéis, que no me comprenderán. Ni falta que hace, con que lo entienda yo sobra.
Me siento muy orgulloso de haberlo visto en directo tres veces. Recuerdo que la primera vez, en el noventa y tres en la gira del Tubular Bells II, mi madre me había dado un paquete de galletas para que me lo comiera, por si tenía hambre. No pude. Tales eran mis nervios.
Escuchando ese piano final del Tubular Bells IV, me ha dado por pensar, y la nostalgia ha viajado libre...
Y entonces, se me ha erizado el alma...
Besitos Oldficos.